Un Ferrari para la esperanza

Viento de Levante y tarde de postal en Valencia: 28 grados y cielo azul. Sonrisas en el nuevo Mónaco que un día soñó Bernie Ecclestone. La organización se cubre porque no quiere chascos pero dicen que la venta de entradas es un 37 por ciento mayor que hace un año. Claro que entonces la billetería circuló poco. El Gran Premio coge peso, se ve más organización y el engranaje funciona.

Jueves de compromisos y fotos en el circuito. También de firma de autógrafos. Tres mil aficionados en busca del guiño del ídolo. No estaba Alonso, tampoco Massa. Ferrari tomó nota del desaguisado de Montmeló en 2009 (empujones, avalanchas y palabras subidas de tono) y citó a sus pilotos en una sala del circuito. Sólo cien aficionados tuvieron acceso, ganadores de un sorteo que montaron los responsables valencianos.

Alonso cumple también con un centenar de estudiantes a los que entrega la beca de estudios del Santander. Un empujón para el futuro, adonde también mira el asturiano. El suyo, mucho más inmediato, en la carrera del domingo, también en la clasificación de mañana.

Del horno de Maranello acaba de salir el nuevo F10. La segunda versión del Ferrari para este año. Nuevo chasis cincelado con mimo en la factoría a partir de estudios que nacieron en la pretemporada. Todo al rojo, la apuesta de Ferrari para el resto del campeonato, once carreras para encontrar un campeón.

El objetivo mecánico del coche es ganar agarre y tracción en el paso por curva. El emocional dice que deben acercarse a Red Bull, pero sobre todo a McLaren, firmes en su mejora constante, auténticas balas en la última cita de Canadá.

Ferrari guarda su arma secreta con celo ante un ejército de fotógrafos a la puerta del garaje. Cuando salga hoy a la pista los fusilarán a disparos, radiografías por encargo directamente a las manos de la competencia. El F10 B lleva un doble difusor nuevo, alerones delantero y trasero remodelados, pontones laterales con algunas alteraciones y, sobre todo, un par de escapes cambiados de posición.

Venían en la zona media de la carrocería pero ahora están mucho más atrás, junto a los triángulos de la suspensión, a un palmo de las ruedas. La idea es que canalicen mejor el aire que sale del motor y lo envíen al difusor. Ello, además de un suelo más bajo con la consiguiente rebaja del centro de gravedad, debe dar al coche mucho más agarre. Supondría encontrar un mejor paso por curva y no se volvería a ver una imagen como la de la cámara a bordo de Alonso en Canadá. Detrás de Hamilton, el McLaren salía de los virajes por un raíl y se escapaba del asturiano, que sufría para colocar el Ferrari en el sitio bueno.

La lección la tiene aprendida la escudería. Llegan con los deberes hechos y con cientos de datos de las simulaciones. Ahora toca la confirmación en la pista, porque la prohibición de test durante el año les hace llegar con una venda en los ojos. Se la quitaron un instante la semana pasada. Grabar anuncios no está prohibido y allí pusieron al F10 en Fiorano para unas pocas vueltas con Alonso al volante. Rodó tras un coche a 60 por hora y luego unos giros en solitario con el casco y la carrocería llenos de cámaras. Algo es algo, aunque fuera también el estreno del piloto con un F1 en la pista privada de Ferrari. La ilusión es grande en la Scuderia. El trabajo siguió ayer. Concentración máxima y caras largas... pero no por el F10; Italia estaba fuera del Mundial.