El director de carrera mandó actuar al coche de seguridad y el Gran Premio cobró otra vez vida. Alonso recuperó de golpe y porrazo más de un minuto. Al primer paso por meta, ya con la pista libre, sólo tenía 8 segundos de retraso con el líder Button. Un instante antes el inglés dio un frenazo detrás del coche de seguridad que los comisarios pasaron por alto. Igual que el enganchón entre Vettel y Hamilton en el pit lane. Los dos se montaron una carrera particular en las mismísimas narices de los mecánicos. La cosa se arregló con una amonestación para ambos al final del día.
Button tenía en su mano una victoria que no dejó escapar. De paso amarraba el liderato. Venía por detrás Alonso dispuesto a finiquitar la remontada. Lo mismo que Hamilton. El español pasó del décimo al cuarto, y el de McLaren del sexto al segundo. Sin duda fueron los mejores ayer, los que ofrecieron el verdadero espectáculo.
Lanzado a bordo del F10, se quitó a Webber cuando el australiano cambió los neumáticos y a Vettel al perder pie el alemán con su Red Bull en una pista muy resbaladiza.
Caían los monoplazas uno tras otro en las trampas del circuito y Petrov, hasta entonces impecable con el Renault, perdió su lugar al pasarse de largo en una curva. Alonso ya estaba quinto y en el último cambio de gomas despachó también a Kubica. A las puertas del podio, apretó los dientes en la persecución de Rosberg. Le quitó cinco segundos en diez vueltas con siete todavía por delante. Pero cada vez era más difícil mantenerse en pie. Le pasaba al líder Button, también a Hamilton y, cómo no, a Fernando Alonso. Le pidieron desde el muro que aflojara y dio por buenos los doce puntos de la cuarta posición. Llega a Barcelona tercero en el Mundial, deseoso de un día con el asfalto seco para enseñar sin condiciones el verdadero potencial de su Ferrari.