Miraba Alonso por televisión el Tour de Francia y constataba que no era el único que se la había jugado en un suspiro. Contador conserva su amarillo por 39 segundos y llegará vencedor a París. La última etapa no se disputa y podrá brindar en medio del pelotón entre las palmaditas de sus compañeros de carretera durante tres semanas. Cosas del ciclismo, el último día, a la papelera. Rápido vio el asturiano que el madrileño lo tenía hecho y se le vinieron a la cabeza las 2 milésimas que le castigan sin la pole.
No saldrá Alonso al frente del pelotón pero el paso adelante de Ferrari es de los grandes. La culminación de semanas de trabajo en la disección de un coche al que había que sacarle las décimas de donde no las había. En Maranello le dieron la vuelta al F10 como a un calcetín, lo exprimieron igual que a una naranja seca y al final le consiguieron unas gotas de zumo. Los escapes bajos y el nuevo difusor remataron la faena. Lo pusieron todo en manos de Alonso y por eso él lamentaba mucho más las desgracias de Valencia y Silverstone. De ahí viene que ayer el piloto se acordarse de los muchachos de la fábrica. «Esto ha sido gracias al equipo, que ha conseguido una evolución increíble en las últimas carreras y nos ha dado mucha velocidad».
Había caras de satisfacción en Ferrari y también sensación de alivio. Por mucho que dijera Alonso, la soga del calendario aprieta y les hacía falta un golpe sobre la mesa como el de ayer. «Vamos bien, vamos bien, estamos ahí», dijo Stefano Domenicali a la puerta del pabellón de la escudería, con más gesto de alivio que de felicidad. Su piloto lo tenía mucho más claro. «Hemos tenido un sábado perfecto pero ahora hay que ganar la carrera, lo que mejor nos viene para el campeonato. Tenemos que colocar a los dos coches en el podio y estoy seguro de que Massa estará de acuerdo conmigo en que quiero que seamos primero y segundo», dijo Alonso.
Después del susto de ayer, Red Bull constata que siguen siendo los reyes de los sábados, pero que ya no arrasan. Es una incógnita lo que puede pasar de aquí en adelante pero no hay duda de que a Fernando Alonso, al menos en Alemania, ya no le preocupan los rivales. Sólo lo que él pueda hacer. Con el buen ritmo de carrera que tiene el F10 no teme el demoledor vuelta a vuelta de los coches de Vettel y Webber, ni siquiera que un resbalón en la salida le haga perder posiciones, como ya le pasó en Inglaterra. «Sólo me preocupa la lluvia», dijo ayer escuetamente. Las previsiones son inciertas pero lo que menos quiere el asturiano es la lotería del agua, ahora que el F10 ha conseguido ser un coche solvente. Tampoco teme que su monoplaza quede colocado hoy en la parte sucia de la pista. «En Silverstone salieron mejor los de la zona mala, a ver si con un poco de suerte se repite».
El asturiano había apostado fuerte en los últimos días y sentía la presión de que no podía fallar. Decía que estaba convencido de que puede pelear por el título. Lo de ayer le supone un empujón de moral pero todavía no ha hecho nada, debe confirmarlo hoy y darle continuidad en Turquía la semana que viene. «Estoy contento porque hemos estado muy cerca de los Red Bull por primera vez. Ya no es aquello de ir rápido los viernes y que llegase el sábado y nos colocaran medio segundo. Este año no había estado todavía en la primera línea ni en la lucha directa por la pole y esa es la mejor noticia». En el reto de hoy se reserva un papel especial para los neumáticos. Bridgestone aporta su compuesto superblando y el duro, la misma combinación que escogió para Canadá. Y allí ya dieron que hablar. El más suave se degradará pronto a poco que la pista se caliente y es posible que haya estrategias a dos paradas. «En la clasificación ya hemos rodado más rápido que el viernes y a ese ritmo en la carrera los neumáticos sufrirán mucho», avanzó ayer Alonso.