Nunca hubo en realidad luna de miel entre Alonso y Massa. Ni siquiera en la almibarada semana invernal de Madonna di Campiglio. Cada uno en su sitio, con su guardia pretoriana y la corrección en el trato al frente de la relación. Compañeros que comparten oficina y objetivos. Palmaditas en la espalda a las maduras y gesto circunspecto en las duras. Alemania les ha separado con el jaleo de las órdenes de equipo. Imposible llegar a Hungría y abstraerse. Quería Ferrari «silenzio stampa» bajo la amenaza del Consejo Mundial de la FIA, que aún debe investigar el asunto de Hockenheim, la victoria de Alonso y lo que se dijo a Massa por la radio del equipo. Imposible. El asturiano, a lo suyo, escapó del ruido. Celebró su 29º cumpleaños y apostó por un fin de semana tan brillante como el último. Massa se contuvo menos porque le tocaron su orgullo de competidor. «El día que admita ser el segundo piloto no estaré aquí. No soy segundo de nadie», obligado tirar del hilo y averiguar qué haría si el domingo en Budapest se ve otra vez al frente y con Alonso al acecho. «Lucharé por la victoria en las condiciones que sean. Si se repite la situación, ganaré la carrera», subió la apuesta el brasileño.
Se mordía la lengua el compañero de Alonso, pero dejaba esas perlas tan habituales en él. La mejor lectura la dio Rubens Barrichello, amigo de Felipe y protagonista de una orden de equipo como una casa, la que en 2002 terminó con su legalidad cuando dejó pasar a Schumacher sobre la línea. «Sé cómo se siente. Por eso yo tuve que replantearme mi carrera y cambiar de aires», habla de su salida de Ferrari. «He llamado a Felipe y nuestra conversación queda en privado, pero piensa lo mismo que yo por aquella época», dijo Barrichello.
No era la batalla de Alonso, aunque respondió a los que pudieran dudar de su reputación. «Tengo un premio Príncipe de Asturias. Es lo que puedo decir a quienes piensan que soy sucio. Pero no debemos dar importancia a cosas que se dicen fuera de lugar, en el equipo no lo hacemos. No podemos perder ni un uno por ciento de nuestra concentración, son cosas que pueden ser importante para la prensa, pero no para nosotros». Massa había rechazado su condición de segundo piloto y Alonso estuvo de acuerdo. «No hay número uno y número dos, es una cuestión de respeto entre nosotros y también de respeto por pilotar para Ferrari».