Camina Fernando Alonso por el paddock rumbo al garaje. Sonríe antes de la clasificación, contento porque cada día está más hecho al F10 y con las dos milésimas de Alemania en la cabeza. No sospechaba que Red Bull iba a volver a las andadas y que Vettel le colocaría 1,2 segundos. Echa un par de autógrafos y al tercero, advierte: «Es para ti, no lo vendas». Escena similar a la de Hockenheim de hace una semana, cuando firmó una gorra a un tipo con pinta sospechosa. Simple protección. Button, por ejemplo, ya no rubrica cascos desde que descubrió que la réplica de unos de sus modelos antiguos se subastaba en internet con su garabato: 6.000 euros de salida. La red es una mina y con un poco de paciencia, se pueden encontrar auténticas joyas. El pasado enero, sólo unos días después de la concentración de Ferrari en Madonna di Campiglio, uno de los cascos de esquí que allí se usaban ya estaba en e-bay: 1.000 euros.
Difícil tarea para los pilotos. Imposible distinguir un seguidor de un aprovechado, un fan entregado, de los que aguarda horas por un saludo, por una simple foto, del que pretende lucrarse con las pequeñas joyas que se pueden conseguir en un circuito.
Desde los equipos guardan silencio o dicen no conocer el mercadillo paralelo. Los pilotos tampoco se pronuncian, pero lo de Alonso y Button son sólo dos ejemplos. Cuanto más difícil resulte conseguir la pieza, más alto será su precio. Y el tirón del que firma también cuenta. No vale lo mismo Karun Chandhok, que Fernando Alonso; o Michael Schumacher que Heikki Kovalainen.
En los circuitos, cientos de aficionados se agolpan a la espera de las estrellas. Ayer mismo, ya de noche, todavía había medio centenar de personas a la puerta de Hungaroring. Investigan cada coche. ¿Quién va dentro? Si interesa, firma al canto. ¿Fanáticos o mercaderes sin escrúpulos?
Material
El material que se encuentra en internet es infinito. Cascos, gorras, camisetas, posters, postales… De todo. Una camiseta de Ferrari con las firmas de Alonso, Massa y Fisichella valía ayer 250 euros en una de las páginas con más visitas. Una fotografía gigante de Alonso, 100, y una de Schumacher, 200. Todo lo relacionado con el alemán, escurridizo con los fans, multiplica su precio. La foto de Chandhok se consigue por unos módicos 15 euros, pero una gorra oficial del Gran Premio de Mónaco de este año, con el garabato de los 24 pilotos, se va hasta los 550. Por 1.000 euros, un casco blanco debidamente firmado. Y así, cientos de objetos perfectamente clasificados por su naturaleza y piloto que lo ha hecho único.
Internet es un buen refugio para este mercado que no gusta nada en el paddock. «Es inevitable, pero los verdaderos aficionados no pueden pagar por una minoría», dicen desde el departamento de marketing de una escudería.
No todo son ventajistas en la red. Un polaco de 22 años enseña en su web los trofeos de 10 años de trabajo. Otro, sus 1.300 firmas. Y una página más, curiosa, ofrece un curso acelerado para coincidir con los pilotos. Una suerte de guía del cazaautógrafos profesional, con instrucciones precisas sobre cómo actuar en los hoteles, la manera ideal de burlar la seguridad, cómo llegar a los ídolos a través de mecánicos, camareros, cocineros… Un mundo.