«¿Mesa para cuatro? Imposible, hoy estamos llenos». En el restaurante Montana no cabía anoche un alfiler. En la cocina, Mamma Rosella despacha platos de pasta. Su casa lo es también de todos los pilotos de Ferrari desde años. Preside el comedor una foto tamaño natural de Michael Schumacher junto a la dueña y cocinera, una institución en el entorno de Ferrari, una gran «mamma» para la Scuderia.
Era la víspera de uno de los días grandes del invierno. Hoy, a las diez de la mañana, se verá por primera vez el F150, el coche destinado a devolver a Ferrari toda la gloria que se les escurrió hace sólo un par de meses en la pista de Abu Dabi. Henchidos de patriotismo, en Ferrari han bautizado al monoplaza con motivo de los 150 años de la República italiana.
Maranello, villa hemanada con Oviedo y muy cercana a Módena, respira por y para la Scuderia. Su fábrica es el motor de la zona y por las calles nadie gira el cuello cuando un Ferrari cruza bramando. Los hay a patadas.
En la pista de Fiorano, a cinco minutos de la factoría, todo está listo para que Fernando Alonso estrene el coche. Serán nada más que 100 kilómetros para el bautismo de una máquina que, recién salida del horno, recoge las esperanzas de miles de tifosi y de todo un equipo que se la juega esta temporada.
La pequeña prueba será secreta. Rodará el monoplaza rojo gracias a los permisos que concede la FIA con motivos promocionales. El equipo de marketing de Ferrari tomará las primeras imágenes del coche de 2011 con el nuevo logotipo de la Scuderia, definitivamente sin el polémico código de barras censurado el año pasado porque, decían los expertos, iba contra la ley al resultar muy similar a la marca de tabaco que patrocina al equipo.
Mientras unos graban anuncios, un ejército de técnicos no perderá ojo de todo lo que pase en la pista. Los datos de la prueba servirán para empezar el trabajo de campo.
Ferrari cumple tres temporadas en blanco y las urgencias aprietan. Chris Dyer, el ingeniero que mandó a Alonso a boxes en Abu Dabi, pagó su error siendo apartado del equipo. Stefano Domenicali se hace fuerte en la dirección pero en Italia son muchos los que no le pierden de vista. El economista con alma de ingeniero se la juega.
El importantísimo cambio reglamentario previsto abre otra vez un abanico de incógnitas. En Ferrari gusta lo de calzar neumáticos Pirelli. Dice Pedro de la Rosa, que lleva todo el invierno probando las nuevas ruedas, que nada será como hasta ahora. «Las carreras van a ser imprevisibles», avisa. Se entiende que no se podrá ver a un piloto ventilarse un Gran Premio casi completo con el mismo compuesto. Que tendrá mucho ganado quien sepa cuidar los neumáticos. Y en Ferrari siempre se han distinguido por hacerlo a la perfección. Lo mismo que Fernando Alonso.
Lo que pueda pasar con el alerón trasero móvil para facilitar adelantamientos entra en el terreno de la especulación. Los hay que vaticinan un festival de pasadas en cada carrera, pero otros ya lo denostan porque el arte más difícil de las carreras perderá su esencia.
Como ya pasó en 2009, regresa el sistema kers a los monoplazas y los pilotos tendrán que ajustar de nuevo su peso para instalar un elemento que pasa de los 35 kilos y que los ingenieros acerquen todo lo que puedan el binomio coche-piloto al peso mínimo legal.
Habrá tiempo para probar las novedades en los test del mes de febrero. El primero, en Cheste, a partir del martes día 1, con presencia de Fernando Alonso. Será él quien estrene el coche en las pruebas. Luego vendrán Jerez y Barcelona, que darán paso a un último desplazamiento a Bahrein, donde también será el primer Gran Premio (13 de marzo).