El inglés venía desmelenado desde la undécima posición inicial. Como animador de carreras Hamilton no tiene precio. Se ganó a pulso el premio a la combatividad, al arrojo. Por no tener miedo a nada pudo encaramarse a la chepa de Massa, adelantarle y prosperar hasta la tercera posición cuando engulló a Rosberg, justo después de que Vettel se despidiese de la carrera por una avería en los frenos. El temido Red Bull, sin duda el más rápido, se descose cada quince días. Es como esos futbolistas de cristal, calidad a raudales pero fragilidad infinita, que se rompen con sólo mirarlos.
La carrera se le ponía de cara a Button, líder y con la tranquilidad de que en la segunda posición estaba el sorprendente Renault de Robert Kubica, que tenía ya suficiente con mantenerse ahí arriba como para pensar en molestar al actual campeón.
Todavía Hamilton, Massa, Webber y Alonso se enredaron en una maniobra de alto voltaje en la vuelta 21.ª. Cuando el brasileño cedió ante Hamilton, Alonso quiso aprovechar el hueco pero no reparó en que el Red Bull venía muy pegado y pudo aprovechar que el asturiano abandonó la trazada para colocarse por delante. A partir de ahí empezó a gestarse desde el muro la maniobra que le iba a dar a Fernando Alonso unos puntos de oro y que lanzaría a Felipe Massa de cabeza al podio.
Con 26 vueltas por delante, Webber, Rosberg y Hamilton se sucedieron en el segundo cambio de gomas. Alonso pasó del séptimo al cuarto puesto de una tacada y Massa se colocó tercero. Con los neumáticos en buen estado, en Ferrari decidieron mantener a sus pilotos en la pista hasta el final. Un acierto notable. Fue a Alonso al que le tocó contener a Hamilton y a Webber en las últimas vueltas. Ataque feroz el del inglés, que luego maldijo la estrategia que le preparó su equipo; pero el asturiano aguantó y pudo llevarse a casa un interesante cuarto puesto que le garantiza mandar en el Campeonato y colocar doce puntos de golpe a un rival directo como Vettel.