Intentar sacar conclusiones en la Fórmula 1 es siempre complejo dada la constante evolución en la que se encuentran las escuderías. Extrapolar por ello lo visto el domingo en la primera cita del año a lo que pueda resultar la temporada es sencillamente un absurdo porque un coche lejos de la cabeza en la primera parte del campeonato puede convertirse en inalcanzable en la segunda. Ejemplo: el Red Bull del pasado año.
En todo caso, la carrera de Melbourne sí deja una serie de impresiones que van de la admiración por la carrera del Williams de Valtteri Bottas al reconocimiento de la superioridad del binomio Rosberg-Mercedes, líder desde la primera a la última vuelta, o a las dudas sembradas por un Ferrari que parece tan sobrado de fiabilidad como carente de velocidad y garra para adelantar. Y, como admitía Pat Fry, el director técnico de la escudería, tras la cita australiana, "sólo con fiabilidad no vamos a ningún lado este año".
La realidad hoy en día es que Ferrari, el motor Ferrari, está claramente por debajo del Mercedes, lo que significa que está por debajo de las cuatro escuderías que montan los V6 germanos: la propia Mercedes, McLaren, Williams y Force India. "Son otra categoría. En carrera fue imposible pasar al Force India (Hulkenberg). Estar más cerca del podio fue imposible", reconocía un Fernando Alonso que intentaba pese a todo ver la botella medio llena: "Hemos sumado puntos importantes ante rivales como Vettel o Hamilton".
"Logramos nuestro objetivo en términos de fiabilidad, pero la brecha, sobre todo con Mercedes, salta a la vista", admite Stefano Domenicali, el jefe de la escudería Ferrari, quien saca como positivo que "nuestros ingenieros saben cuáles son las prioridades y las áreas que necesitan una atención más inmediata".
Y si hoy Ferrari deja tras de sí un reguero de dudas e interrogantes, Mercedes parece haber acertado de pleno... y ello no sólo significa que las flechas plateadas estén un paso por delante, sino que Ferrari también tiene como enemigos directos a los McLaren, y que están parejos en el mejor de los casos con los Force India o los Williams. Porque si algún piloto despuntó especialmente en Albert Park ese no fue otro que el finlandés Bottas: salió decimocuarto, llegó a colocarse sexto tras Alonso; cometió un error que le hizo pasar por el garaje y regresar decimosexto tras el coche de seguridad y volvió a remontar hasta la sexta posición, quinto finalmente por la sanción a Ricciardo. Espectacular el finlandés, incluso por encima de los asombrosos debutantes Magnussen, segundo con su McLaren, y Kvyat, noveno con su Toro Rosso, ambos estableciendo nuevos récords de precocidad en una Fórmula 1 que no parece tener secretos para jóvenes a los que les salieron los dientes entre los karts y los videojuegos.
Trabajo, en fin, y mucho en Maranello. También en Red Bull para afianzar el potencial de unos motores Renault que ya apuntaron su potencial: Ricciardo fue segundo en pista y los dos Toro Rosso acabaron en los puntos. Adrian Newey, además, ha dado los últimos años sobradas muestras de capacidad de reacción, aunque de momento tiene su primera pelea en intentar demostrar que no hicieron trampas con la gasolina en Melbourne.
La próxima cita de la temporada, el GP de Malasia, el día 30, se presenta también especialmente compleja para Fernando Alonso. El circuito de Sepang ofrece dos larguísimas rectas que pueden convertirse en insufribles para un Ferrari que en Albert Park se mostró incapaz de superar en recta a un Force India a pesar del DRS, el turbo y los nuevos sistemas de impulso energético. "Lo que hemos hecho es lo que hay", concluía Alonso en Melbourne. Lo que hay, evidentemente, es poco para confiar en que el piloto asturiano pueda estar peleando por el título. Lo dicho: trabajo, y mucho, en Maranello.