Monza es un circuito muy especial, en el que prácticamente desaparece el papel de la aerodinámica y que resalta al máximo la importancia de los propulsores. Por algo es el templo de la velocidad, el trazado en el que se alcanza la velocidad media más alta de todo el campeonato. Un circuito que premia a los motores potentes y que no tiene piedad con los débiles. Por eso Lewis Hamilton llegaba a la cita italiana confiando en el poder de su Mercedes para recuperar el liderato en la mismísima casa de Ferrari, y por eso Fernando Alonso acudía por simple obligación contractual consciente de que las opciones de su McLaren-Honda estaban entre cero y ninguna. Y así fue: Hamilton sale de Monza habiendo recuperado el liderato del Mundial tras sumar su sexta victoria del año, la 59.ª de su carrera y la cuarta consecutiva en el Gran Premio de Italia, y Alonso lo hace con un nuevo abandono a la espalda mientras Honda, Renault y McLaren intensificaban sus negociaciones de cara a la próxima campaña. Ya estamos en septiembre y el futuro no puede esperar.
Hamilton vive un momento dulce. El sábado, bajo la lluvia, batía el récord histórico de poles (69) que hasta entonces compartía con Michael Schumacher, y ayer, en seco, lograba una de las victorias más cómodas de todo su historial. Nadie le apuró en la salida y nadie lo hizo en carrera después de que abriera hueco con suma facilidad tras marcar sendas vueltas rápidas en sus tres primeros giros. Sólo cedió un par de minutos el liderato cuando entró en la vuelta 33 a cambiar los neumáticos para recuperarlo en la 34 cuando lo hacía su compañero y guardaespaldas Bottas. El resto de la jornada pudo conducir en "modo paseo", saboreando una victoria muy especial ante 160.000 espectadores que otro año más veían tropezar al cavallino de Ferrari.
Tercero tras los Mercedes cruzaba la meta Sebastian Vettel, ahora segundo del Mundial con tres puntos de retraso respecto a Hamilton. Y gracias. Los Ferrari habían naufragado el sábado en la clasificatoria y el tercer puesto de ayer incluso puede considerarse todo un éxito para el germano, ya que minimizó al máximo unos daños que pudieron haber sido mayores de durar la carrera un par de vueltas más, las que le faltaron a Ricciardo para darle alcance con su Red Bull. El australiano, siempre un ejemplo en pista, fiable y silencioso, firmó otra carrera magnífica en la que los números lo dicen todo: salió decimoctavo, justo por delante de Fernando Alonso, y acabó a las puertas del podio. Como premio extra, Ricciardo firmaba la vuelta rápida siendo el único piloto capaz de superar los 250 km/h de velocidad media.
¿Y Alonso? Pues más de lo mismo. Ya se sabía desde mediados de la anterior semana que no tenía absolutamente nada que hacer ya que los cambios introducidos en el propulsor Honda le condenaban a salir desde la última línea de la parrilla. No arriesgó el bicampeón ovetense en la salida y cruzaba en la última plaza la primera curva, aunque no tardaba en ir ganando posiciones hasta situarse undécimo en el ecuador de la prueba y ello pese al ataque de nervios que sufrió cuando Palmer atajaba la chicane con su Renault para ganarle la plaza. Pero en cuento pasó por el garaje para realizar el cambio de neumáticos se acabó la ilusión. Los cambios introducidos por Honda tampoco sirvieron de nada en esta ocasión. Regresó en la decimoquinta plaza y ahí se mantuvo hasta que en la penúltima vuelta le pedían por radio que regresara al box sin cruzar por la línea de meta. Otra cruz más en el Gólgota de la temporada para McLaren, que ya antes había visto cómo Vandoorne emprendía la retirada con el propulsor hecho unos zorros.
Con el campeonato en un pañuelo el Mundial se despide de Europa para afrontar las siete últimas citas de la temporada. Hamilton ha recuperado el liderato imponiendo el poder de su Mercedes en las últimas citas de Spa y Monza, pero Vettel confía ahora en la llegada de circuitos más propensos a Ferrari para recuperar el mando. Emoción garantizada en cabeza mientras en los despachos McLaren y Fernando Alonso intentan hilvanar su futuro. El tiempo apremia y en Singapur, el día 17, ya debería saberse algo.