La carrera señalada en el calendario de Ferrari es la de Valencia, dentro de un par de semanas. Entienden en Maranello que el estreno de la segunda versión del F10 señala el inicio de un nuevo Campeonato, en realidad, de la parte decisiva del Mundial. Es una jugada a cara o cruz de la Scuderia, una vuelta de calcetín a un coche que será otro. Si aciertan, habrá Campeonato, opciones de pelear con los ultrarrápidos Red Bull. Si no…
Entre tanto Canadá deja ver un poco de luz en el túnel en que vive Ferrari. El equipo y Fernando Alonso están en la encrucijada, un ahora o nunca que los colocará en la batalla o los mandará directamente a descansar a la espera de nuevas oportunidades. Lo de ayer en Montreal al menos pone una sonrisa en la tropa italiana. Se esperaba que el F10 mejorase, que se adaptase a la pista mucho mejor que en Turquía. Y así fue. Alonso pudo asomarse a la zona noble de la lista de tiempos, aunque únicamente fuese la del viernes, que es la que los pilotos siempre dicen que no sirve de nada.
Alonso fue segundo sólo una décima por detrás del Red Bull de Vettel. En parte es por la baja exigencia aerodinámica de la pista, el verdadero talón de Aquiles del F10. Además el coche funciona en las frenadas, pasa bien por las curvas lentas y tiene una tracción más que aceptable. Ahora sólo sufren en el primer sector, la zona de curvas entrelazadas.
La décima de retraso con los Red Bull no parece del todo real. Webber y Vettel vuelven a ser favoritos en la clasificatoria de hoy, y es McLaren quien se presenta como alternativa, ya sea con Hamilton o Button, después de que su coche haya dado un salto importante en las últimas citas. Luego pasa que el grupo de aspirantes se ha comprimido. Red Bull juega de momento en otra liga y la lucha es por las migajas que dejen. O por los puntos que se olviden por el camino en peleas internas como la de Turquía.
En la imagen Alonso pasa con su F10 por una de las curvas lentas de Montreal. a. gombert / efe