Conducción peligrosa en Malasia, lo mismo en China, no tener gasolina para llegar al garaje después de la clasificación en Canadá y adelantar al coche de seguridad en Valencia. Hamilton ha salido ileso de las cuatro irregularidades que ha cometido esta temporada. Un «drive through» (pasar por la calle de garajes sin detenerse) sin consecuencias es todo el castigo que se ha llevado el inglés por su póquer de triquiñuelas, además de un par de reprimendas y unos miles de dólares de multa, escaso daño para la reincidencia de un piloto más que brillante y candidato al título, pero demasiado aficionado a forzar el reglamento.
Tiene suerte este Hamilton. La polémica le persigue y él saca la muleta, torea y sigue adelante. Problemas en cuatro fechas sobre nueve, signo de conducción al límite y de ambición desbordada. Quiere ya el segundo Campeonato, y el domingo le dio un buen bocado.
Pero no debió ser así. En la retahíla de normas de la fórmula 1, un reglamento de chicle que se reforma y moldea incluso con el partido empezado, no hay ninguna que diga cuánto tiempo deben tardar los comisarios en aplicar sanciones. Con calma, se tomaron 25 minutos para resolver que el inglés había adelantado al coche de seguridad en la pista.
Debe de tener el reglamento alguna laguna, porque parece escaso castigo un «drive through» para una de las violaciones más sonadas. Más leve aún si, como el domingo, pasan 14 vueltas hasta que se lo comunican al protagonista, con tiempo de sobra para abrir hueco y pasar silbando junto a la puerta del garaje y regresar a la pista en la misma segunda posición.
Así pasó con Hamilton, investigado por la insistencia de Ferrari, alertado vía radio por un Alonso que no daba crédito a lo que había visto. Es decir, que podría haberse ido hasta sin castigo, porque los comisarios no iban a actuar de oficio.
No sería novedad esta temporada. Los bandazos del inglés delante de Petrov en Malasia se resol_vieron con una reprimenda por conducción temeraria, pero la FIA advirtió de que, en adelante, ese comportamiento tendría mayor pena: el famoso «drive through». Del mano a mano con Vettel en el pit lane de China salió otra reprimenda sin consecuencias. Y en Canadá _McLaren fue al límite con su piloto, que terminó el sábado la lucha por la pole sin gasolina para llegar al box. Investigaron los comisarios y le metieron una multa económica. Eso sí, otra vez advirtieron de que en adelante esa triquiñuela sería castigada, pero él pudo rodar más ligero y birlar la única pole del año a Red Bull.
El reglamento se moldea al ritmo que a Hamilton se le ocurren travesuras, quizá por eso arriesgó cuando se vio parejo al coche de seguridad, convencido de que sus problemas no serían de calado. En la FIA manda Jean Todt, que salió de _Ferrari de mala manera, así que el peso de la Scuderia es escaso ante el que puede tener McLaren, con toda su tradición y pompa automovilística británica.
Se adivinan cambios en la norma del coche de seguridad. Otra vez sería después de una «hamiltonada». De momento, toca esperar para saber a qué hora termina la barra libre de Lewis.