Se va de vacaciones la Fórmula 1 y Fernando Alonso puede estar tranquilo. Quería iniciar el descanso metido otra vez en el campeonato y lo ha conseguido. La victoria de Alemania y el segundo puesto de ayer le devuelven a la batalla y ahogan las diferencias en la general. Cinco pilotos apiñados en 20 puntos, un suspiro. Lo que quería el español, feliz porque su calculadora funciona. Sacó adelante un asunto complicado la tarde que Webber arrasó estirando los neumáticos blandos hasta la vuelta 43.ª. Dudas de nuevo bajo el techo de Red Bull. ¿A quién dar el papel de líder?
En Ferrari lo tiene Alonso. Nadie en la casa rossa sospecha del asturiano. Y no será por órdenes de equipo ni otras excusas. Es suficiente con mirar lo que pasó en Budapest. Fernando Alonso salió tercero, peleó como un gladiador, mantuvo a raya a Vettel durante 48 vueltas en una resistencia numantina y acabó segundo. El brasileño salió cuarto y terminó cuarto. Carrera plana. Dio lo que podía ofrecer el Ferrari. Ni un gramo más. De los seis que pilotan para las escuderías punteras, es el único que mira al líder desde una distancia sideral. Los otros cinco tienen opciones reales para el título, más allá de lo que puedan decir las matemáticas.
No fue fácil llegar al final feliz de la aventura de ayer. Alonso sufrió en Budapest, se puso el mono de trabajo y sacó adelante de manera impecable una carrera trabada, difícil, de esas que exigen oficio, determinación y paciencia. Un domingo redondo.
Alonso no tenía nada que hacer frente a los poderosos Red Bull. Un segundo y medio por vuelta el sábado anticipaba la dificultad de la tarde, por mucho que el F10 mejore a la hora de enlazar un giro tras otro.
Vettel y Webber habían bloqueado la primera línea de la parrilla para ellos. Los dos Ferrari, detrás. Alonso regaló una de sus salidas de los viejos tiempos. Impecable. En unos pocos metros su coche estaba por delante de Webber y, camino de la primera curva, le había tomado la delantera al otro Red Bull. Pero el alemán aguantó el tipo a la hora de encarar la segunda enlazada. Con los coches en paralelo, Alonso levantó el pie para evitar el golpe. Estaba segundo y Hamilton, el primer McLaren y el termómetro que se fijaba hasta ayer el asturiano, venía quinto. Perfecto.
Luego el inglés arrasó a Petrov y más tarde apareció el coche de seguridad por una pieza que había quedado en medio de la pista. Ahí ganó la carrera Webber. Se fueron todos al cambio de neumáticos, pero en Red Bull apostaron por dejar al australiano en la pista. El compuesto blando de Bridgestone no lo fue tanto. Por lo menos para él, que pudo estirarlo hasta la vuelta 43.ª, cuando ya se había asegurado el regreso en la primera posición.
Pero antes habían pasado muchas cosas. Hamilton le recuperó un puesto a Massa en el cambio de neumáticos; a Kubica le dieron la orden de salida cuando Sutil pasaba por allí y chocaron en plena vía de servicio, y a Rosberg le ajustaron mal una rueda que salió volando por los aires y casi se lleva por delante a medio cuerpo de mecánicos.
En la imagen Fernando Alonso rueda por delante de Sebastian Vettel durante el Gran Premio de Hungría. srdjan suki / efe
