Bien le valdría a Fernando Alonso el truco de una leyenda de las carreras para el fin de semana en Singapur. Fue Tazio Nuvolari el que ganó las Mil Millas de 1930 a oscuras. Anochecía al final de la carrera y Varzi, líder, le tapaba todos los huecos. Llevaban luces aquellos coches y el italiano apagó los suyos y pisó a fondo. Cuando su rival le quiso ver ya le había adelantado.
Algo así sería imposible en Singapur. Primero porque los F1 no tienen faros y segundo porque la iluminación del circuito es radiante (3.000 lux), casi el doble que un campo de fútbol de Primera División. Cien kilómetros de cable, 1.500 focos y una veintena de generadores velan por el sistema.
Entre las luces le piden una apuesta al asturiano y éste se coloca en primer lugar. Dice que su baza para ganar el campeonato es la experiencia. «En Ferrari nadie se pone nervioso por luchar por el título y yo mismo he sido ya dos veces campeón. No me encuentro bajo gran presión. En este equipo, un mal año se consigue el tercer puesto. Otros corredores en cambio pierden quizás su única oportunidad de ser campeones del mundo», asegura.
Presión tampoco parece tener el grupo de millonarios que estará hoy en la pista una hora antes de que los F1 se jueguen la pole. Una pole que Alonso considera «quizá esta vez no sea tan decisiva porque es posible que empecemos con el asfalto mojado». Pues ahí, donde cinco tipos empezarán a sortearse el Mundial, Mar Gené se codeará con una veintena de privilegiados. Son los dueños de todas las unidades fabricadas del Ferrari 599 XX, una bestia de 722 caballos prohibida en las calles y solo apta para rodar en circuitos.
El colmo de lo exclusivo. Gastarse casi 1,5 millones de euros en un coche que ni siquiera puede tener en su propio garaje. Ferrari los custodia en Maranello y organiza al cabo del año una decena de reuniones: Singapur, Japón, Fiorano, Valencia, Hungría... Es la propia escudería italiana quien desplaza los vehículos mientras sus dueños llegan en sus jets privados. Gené, probador de la Scuderia y gran políglota, ejerce de maestro de ceremonias y lucha con ellos por la victoria.
No hay españoles en tan adinerado grupo. Sí rusos, algún italiano, estadounidenses, mexicanos… Dinero a raudales y caprichos impagables. Un circuito a su disposición que en Singapur tendrá hasta espectadores.
En la imagen Fernando Alonso se prepara para iniciar una de las tandas en los entrenamientos libres de ayer. franck robichon / efe