Se encendieron las alarmas en Ferrari al inicio de la temporada cuando sus motores fallaban uno tras otro. Las normas dicen que en todo el año sólo se pueden utilizar ocho y que cada estreno posterior irá acompañado de un retraso de diez puestos en la parrilla de salida. Un lujo demasiado caro a estas alturas, nada menos que a precio de título mundial. Cuando se vieron justos en la escudería prepararon un plan para llegar al final sin tirar de los comodines. Estiraron los que tenían nuevos, dejaron uno de estreno para la exigente pista de Monza y fueron dosificando los vivos pero ya usados. Tomaron oxígeno cuando la FIA les dio permiso para meterles mano por motivos de fiabilidad y cruzaron los dedos para dejar a un lado las roturas del arranque del Mundial.
Desde China, Fernando Alonso no volvió a romper otro propulsor. Pero en Monza, en la anterior carrera, retiró el celofán al último que le quedaba de estreno. Juega Webber con ventaja porque todavía tiene dos sin tocar. Y uno podrá reservarlo para Suzuka, una pista muy exigente con la mecánica, la que más la castiga de las cinco (Singapur, Japón, Corea, Brasil y Abu Dabi) que faltan hasta el final. «No creo que eso vaya a influir en el resultado final del campeonato», dijo Alonso ayer en Singapur, muy tranquilo. Ya en Italia había adelantado que «la gestión de motores que se hizo después de aquellos roturas se ha cumplido a la perfección».
Sólo Massa está en su misma situación, con todos los motores ya estrenados a falta de cinco carreras para el final de la temporada. Alonso tirará en Singapur del que utilizó para la carrera de Barcelona. Allí terminó segundo pero fue una unidad que no sufrió demasiado, porque el asturiano rodó en solitario casi todo el Gran Premio y sólo al final ganó posiciones por los contratiempos de Hamilton y Vettel.
Button, Hamilton y Vettel llevan a siete la cifra de propulsores nuevos usados y con seguridad aguardarán hasta Suzuka para utilizar por primera vez el que les queda sin desgaste.
Singapur permite montar para la clasificación de hoy uno ya utilizado. Con una de las medias de velocidad por vuelta más bajas del Mundial, unos 170 kilómetros por hora, la mecánica no tiene por qué sufrir en exceso.
Es otra de las condiciones especiales de una pista atípica por su carácter urbano y su horario nocturno que, contra lo que se podría pensar de inicio, gusta a los pilotos. «Es una sensación especial. Se corre por la calle pero vas concentrado en la pista y en los puntos de frenada. Eso sí, cuando echas una mirada al cielo y lo ves todo negro, es impresionante. Y a veces veo los planos aéreos en las pantallas gigantes. Irrepetibles», comenta Fernando Alonso.
En la imagen Mecánicos de Ferrari llevan a los garajes el F10 de Fernando Alonso. bazuki muhammad / reuters