Al rato de hacerse con la pole en Corea, Sebastian Vettel estampó la huella de su mano derecha en un molde de barro para la historia del circuito. Venía de recibir un sinfín de abrazos en el garaje. El preferido de Red Bull encabeza el pelotón a la salida de la primera carrera en el país. Junto a él, Mark Webber, el otro candidato de la escudería austriaca y todavía líder del Mundial.
Bloquearon la primera línea, igual que hicieron quince días atrás en Japón, pero recorrieron un camino muy distinto para llegar al mismo final. En Suzuka, Fernando Alonso, tercero esta vez, se quedó a nueve décimas del mejor de los coches azules. Pero la pista de Yeongam les obligó a un esfuerzo supremo para colocarse al frente. Ferrari salvó con nota su punto débil del fin de semana y ahora mira la carrera con ojos de esperanza ante un Mundial que se le complica por el estado de gracia de la escudería de la bebida energética.
Sobre la pista coreana había cientos de dudas. Hace apenas dos semanas que colocaron la última capa de asfalto y se temía que fuera una pista de patinaje. No es que fuera el lugar más seguro del mundo, pero la sesión clasificatoria se disputó sin demasiados problemas. Con el paso de los coches, la goma la ayudó a encontrar algo de agarre y fue entonces cuando se desató la batalla.
Requiere el nuevo circuito un importante estudio a la hora de configurar el coche. Con menos carga, se sacrifica algo de rendimiento el sábado a favor del día de la carrera. Así lo hizo Alonso, que voló en el primer sector, el rápido, casi tres décimas mejor que Vettel, pero que se dejaba media vida en los otros dos.
Nada valdrá si llueve en la carrera, como dicen algunos pronósticos, que vienen siguiendo por satélite una amenazadora borrasca.
El problema de Alonso no son sólo los dos Red Bull. Por detrás viene Hamilton, con el conducto F que mejor rinde y preparado para castigar a sus rivales en la larguísima recta que da a la tercera curva.
Los planes del asturiano van por otro lado. Tratará de ganar el sitio a Webber gracias a que sale por la parte limpia de la pista, que esta vez marca la diferencia por el poco agarre y la dificultad de transitar por el lado sucio. «Esta vez es mejor salir tercero que segundo», mantenía Alonso después de la sesión de clasificación.
Lo que pretendía en realidad era colocarse primero. Y en eso se empeñó cuando alcanzó la Q3. Estuvo a punto de conseguirlo. Lideró la lista en el primer intento y mejoró su crono después. Parecía que caminaba hacia la pole, pero Red Bull se sacó de la manga una estrategia sorprendente. Apostaron por rodar una vuelta extra. Apretaron a fondo para cruzar a tiempo la meta y lanzarse a por su vuelta mágica. Hasta ese momento mandaba Alonso, pero el plan del equipo líder iba a salir perfecto. Primero Webber y unos segundos después Vettel mejoraron el tiempo del asturiano para cerrar la primera línea de la parrilla. Fuertes abrazos en el garaje de Red Bull. Otra vez les venía todo de cara, pero con Alonso al rebufo.
En la imagen Fernando Alonso saluda en el circuito de Yeongam a un jovencísimo y sonriente seguidor de Ferrari al que su padre, también ferrarista, sostiene en brazos. toru hanai / reuters