Batalla en las ondas

Red Bull, Ferrari y McLaren presionaron por radio ante la posibilidad de que se suspendiera la carrera

| 25/10/2010

 

La decisión no era de los pilotos pero la guerra psicológica estaba abierta. Agua en el cielo, charcos, pequeños ríos en la pista y la carrera en el aire. Planeaba la suspensión y cada cual veía el asunto según le iba en la fiesta. Fiscalizadas por los jueces, las comunicaciones por radio son un buen elemento de presión. Un filón también para la realización televisiva, que escoge desde este año qué emitir, ya sin la censura de los equipos.  

Con la pista impracticable se daba la salida con el coche de seguridad por delante de los 24 monoplazas. Tres vueltas y bandera roja a la espera de mejores condiciones. ¿Por qué? El reglamento dice que con dos vueltas disputadas ya se puede repartir la mitad de los puntos. Para entregar al ganador los 25 hace falta que el 75 por ciento de la carrera se haya completado.

Ninguno tenía buena cara durante los 50 minutos que se demoró el inicio. Difícil prolongar la concentración, momento íntimo de los pilotos, último repaso mental a la pista, a la estrategia, a los puntos débiles del rival... Mark Webber habría preferido no salir. Le venía perfecto para quitarse de en medio un domingo de alto riesgo. «La pista está muy mal, apenas hay visibilidad y resbala. Lo veo complicado», transmitía Webber en los primeros giros tras el coche de seguridad. El Mercedes de Bernd Maylander no terminaba de dejar la pista libre y a Lewis Hamilton, que entonces era el cuarto del Mundial con 28 puntos de desventaja, se le terminaba la paciencia: «No entiendo qué estamos haciendo ni por qué no se corre. Lo hemos hecho en pistas en peores condiciones», comentaba.

Tensión en los coches y también en los garajes. Desde el muro, la comunicación con la dirección de carrera es constante. Presión a un lado y otro. Los que quieren correr y los que no. Los que no tienen nada que perder y los que renuncian a arriesgar su margen de puntos.  Alonso, que rodaba tercero pero que no le venía bien terminar tras los Red Bull, ofrecía otro punto de vista. «Jamás he pilotado en peores condiciones. No veo al de delante», decía el asturiano. Si se paraba la carrera, el daño no era grave, con sólo la mitad de puntos en el reparto. 

Antes de que su motor dimitiera, Vettel era de los que preferían pasar página y pensar en Brasil. «No se puede mantener la línea recta, el asfalto está muy mal». Sufría también Button, el quinto en discordia y retrasado al séptimo lugar de la parrilla. Borrar el resultado le venía de miedo. «La pista está muy, muy mojada», soltó por la radio.

En el tramo final se abrió otro debate. Ya se había cubierto el 75 por ciento de la carrera y los 25 puntos estaban asegurados para el ganador. Vettel, líder antes de romper el motor, aseguraba: «No se ve el punto de frenada, no tengo visibilidad». La noche se había echado encima por el retraso en la salida, pero Hamilton tenía una opinión muy diferente. «Hay luz suficiente, se puede continuar».

En realidad, las dos últimas vueltas las hicieron casi a tientas. Las dudas no fueron suficientes y se llegó a las 55 vueltas. Fernando Alonso cruzó la meta en penumbra como nuevo líder del Mundial.

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