En plena forma y libre de ataduras. Recién cumplidos los 80 y con más dinero del que podrá gastar en lo que le queda de vida (se le calcula una fortuna de 2.000 millones de euros), Bernie Ecclestone se permite decir lo que le venga en gana. Y_ahora le apetece que Alonso no gane el Mundial. Le cae bien el asturiano, siempre le ha elogiado, pero calcula que para su negocio viene mejor que el título de este año vaya a la casa Red Bull. O sea, a Vettel o a Webber. Ellos entrarían en el salón de la fama de los ganadores y el español ya posee dos coronas. «Así el año que viene tendríamos cinco campeones en la parrilla (Alonso, Button, Hamilton y Schumacher, además del alemán o el australiano), lo que aumentaría las audiencias y también los ingresos». Sencillo y muy claro.
Así es el patrón de la Fórmula 1. Un octogenario que llega al circuito en un coche con matrícula personalizada: «Mr. Ecclestone», decía la placa de su Mercedes en Corea.
A los 20 años dirigía un negocio de venta de coches usados, fue piloto –mediocre y en carreras menores– antes de comprar el equipo Brabham y empezar a construir su imperio en la Fórmula 1.
Cuando habla, tiemblan los cimientos de la competición. No dice nada porque sí. Siempre hay un trasfondo. «Tenemos tres equipos que son una vergüenza, unos inválidos que no hacen nada por nos_otros», dijo en el «Financial Times». Destinatarios: Virgin, Hispania y Lotus. Fue su ayuda la que puso a los españoles en la parrilla cuando el dinero no les llegaba, pero ahora está decepcionado. El _peor de los nuevos es Virgin y también les ha dado una colleja personalizada. Le da igual que otro millonario esté en el proyecto. «Richard Brandson tendría que aprender del fundador de Red Bull y poner más dinero», dice Ecclestone.
Los negocios están en la sangre de Bernie desde niño. «Siempre he negociado y comerciado con todo lo que me caía en las manos. Primero chicles por gomas de borrar, luego pinturas por cuadernos del colegio, más tarde bombas de hinchar ruedas por pelotas de fútbol. Siempre vendí o cambié todo».
El triunfo lleva décadas de su lado y también la suerte. «No es eso, las oportunidades hay que cogerlas cuando pasan por delante; suerte, verdadera suerte, he tenido una vez». Fue de niño, en plena guerra, cuando un avión alemán se estrelló muy cerca de donde recogía patatas para lograr unas monedas. Salió volando varios metros. Ileso. «Eso sí fue suerte, no dependía de mí», contó en una ocasión.
Viaja por el mundo con la Fórmula 1 y no se le ve un achaque. Si los tiene, se cuida de mostrarlos. No se le recuerda un parte médico, una enfermedad, ninguna ausencia en las carreras por un simple catarro. Su novia, Fabiana, es ¡48 años! más joven, un baño de energía para Bernie, divorciado hace un año de Slavica, ex modelo croata con la que vivió tres décadas y madre de sus hijas Petra y Tamara.
La retirada no aparece en su libro de ruta. «Seguiré mientras pueda, ¿por qué debo irme?». Es difícil pensar en un sucesor. Flavio Briatore estuvo en las quinielas; ahora señalan a Bruno Michel, director de la GP2; quizá David Richards, presidente de Aston Martin...
«Alguien aparecerá», dice Ecclestone. «Pero no creo que puedan llevarlo como hasta ahora». El modelo Bernie morirá con él.