Dio la vuelta a pie al circuito serio, ceñudo, concentrado… actualizando en su disco duro una pista que se sabe al dedillo, aunque se permitió un par de bromas con sus más allegados en la scuderia sobre el partido entre el Real Madrid y el Milán en la Liga de Campeones. El asturiano se quejaba de Howard Webb, el árbitro que, como en la final del Mundial, permitió una batalla campal sin expulsados.
La batalla de la F1 también está desatada y el juego psicológico lanzado. Apareció Max Mosley para remover las aguas del Gran Premio de Alemania y las órdenes de equipo en Ferrari. El antiguo presidente de la Federación Internacional dudó de la legitimidad de un hipotético título de Alonso. El piloto desoyó el ataque. «Que sean ésas todas mis preocupaciones. No pasa nada. En una entrevista de tres páginas, el titular que llega es el que habla de Ferrari, pero no hay que darle la importancia que no tiene», dice Alonso.
Por el otro flanco llega el ataque de Red Bull, también con el argumento de Alemania y el frenazo de Massa para permitir pasar a Alonso. «Sería frustrante que Alonso ganase el Mundial gracias a algo que todos consideramos ilegal y no utilizamos», dijo Christian Horner, el jefe de la escudería. Red Bull tiene graves problemas internos por la batalla entre Webber y Vettel, sin que el australiano, el mejor colocado, reciba el mínimo apoyo.
Preguntado por lo que sucede allí, Alonso, muy serio, acudió a la ironía. «Christian Horner tiene las ideas muy claras y lleva Red Bull de una manera excelente. Ojalá que siga así».
Y, mientras, el asturiano sigue a lo suyo. «Sabemos que ésta es una carrera importante, como lo han sido todas desde Monza (Italia), donde sabíamos que si teníamos un abandono decíamos adiós al Mundial. Lo mismo sucedió en Singapur, en Japón, en Corea... Llevamos unas cuantas carreras en la cuerda floja y ésta es otra carrera fundamental. No podemos pensar en el título sino en no fallar, en sumar los máximos puntos y acabar en el podio._Ésa es nuestra prioridad».