Fernando Alonso se ha convertido en un témpano. Se ha propuesto dejarlo todo para Abu Dabi, para el «día D» si, llegado el caso, consigue su tercer Mundial. Es su único objetivo. No le sirven los pequeños triunfos parciales, los días de buenos resultados, más que como un medio para conseguir su fin. En privado se suelta más, como cuando ganó en Corea, que estaba exultante. Pero en público ha decidido transformarse en un hombre de hielo. Por su cara es imposible deducir el resultado. Le han dado tantos palos, ha peleado tantas veces contra los elementos, que se ha construido una coraza impenetrable para los extraños.
El tercer puesto de ayer en Interlagos era para celebrar. No por el resultado en particular (era su sexto podio en el circuito brasileño), sino por el daño que le pudo causar Red Bull y que al final no fue tal. Con haber colocado a Webber por delante, el australiano habría quedado a solo un punto de Alonso.
«El objetivo era aumentar la ventaja con Webber o perder el menor número de puntos, y eso es lo que ha pasado. Sigo teniendo una buena diferencia». Por primera vez en el año, el español llegó a la sala de prensa con las cuentas aprendidas. «Si termino segundo, soy campeón. Y si no gana Webber, el cuarto puesto nos bastaría. Y si veo que él tiene un problema o que sale retrasado, pues podré ser incluso muy conservador».
El último día de carreras puede ser el que Red Bull, con el campeonato de constructores atado, elija para desplegar sus órdenes de equipo. Una alianza entre Vettel y Webber puede hacer daño al asturiano, que dio un golpe sobre la mesa para recalcar a los que elaboran teorías que sólo depende de su trabajo. «Creo en el título al cien por ciento. Confío en mis posibilidades porque me vale con ser segundo», dijo.
Fernando Alonso lleva desde septiembre en la cuerda floja. Después del patinazo de Spa no podía cometer más errores si quería aspirar al Mundial. Era una tarea complicada, pero la ha cumplido hasta el viaje final. «Seguimos con la soga al cuello. Son ya muchas semanas así, sabiendo que un fallo es imperdonable. En Abu Dabi estaremos igual. Hay mucha presión y mucha tensión». El piloto asturiano lo dice con la misma serenidad que celebra las victorias en el podio. Idéntica parsimonia a la que enseñó ayer al descorchar el champán, mientras del cielo caían papelillos de colores para festejar el título de constructores de Red Bull.
De los detalles de la carrera, Alonso se quedó con el retraso que le produjo el alemán Hulkenberg en los primeros instantes. «Perdí mucho tiempo al principio tratando de adelantar a Hamilton y a Hulkenberg. Fueron unos doce segundos y alcanzar a los Red Bull me fue imposible después», reconocía. Cuando había recuperado el ritmo y parecía que podría inquietar a Webber, instalado en la segunda posición, la aparición del coche de seguridad alteró el pelotón y colocó una retahíla de doblados entre el australiano y el asturiano. «Ahí se terminaron ya todas nuestras opciones porque la ventaja se volvió a ampliar».
Fernando Alonso parte esta misma noche hacia Abu Dabi. Le queda un último esfuerzo para hacerse con el que sería su tercer título. «Tenemos por delante un fin de semana que requiere mucha concentración. Todo el equipo debemos estar unido y determinado. Puede ser un fin de semana muy divertido», concluyó.