Alonso, la gloria en sus manos

El asturiano aseguraría su tercer título con un segundo puesto en Abu Dhabi

| 08/11/2010

 

Como en las mejores novelas, el desenlace permanecerá incierto hasta la última página. Hay relatos que adelantan el final. Se ve venir la revelación del mayordomo en el papel de asesino y la lectura pierde interés. Si algún mérito se les puede entregar a los gestores de este deporte-negocio-espectáculo en que han convertido la Fórmula 1 es la capacidad que tienen para mantener la tensión. Cuatro tipos llegan a Abu Dhabi con posibilidades, según las matemáticas. A Hamilton le hace falta un milagro, él mismo lo ha dicho, y Vettel debe esperar al error de Webber y Alonso. Son estos dos los que parten un paso por delante. El asturiano lo tiene a mano. Ser segundo le garantiza el éxito. Es el único que sabe dónde necesita colocarse para recoger el trofeo sin mirar a lo que hagan los demás. Las ventajas de ser líder.

Encadenar las dos últimas citas es otro acierto. La botella de champán está agitada, convulsa, el campeonato en un puño y el descorche de esta misma semana en Abu Dhabi se promete espectacular.

Brasil se quitó el cartel de carrera decisiva. Por primera vez en los últimos cinco años el campeón no sale de Interlagos. El único que podía hacerlo esta vez era Alonso. Debía ganar, pero el inicio del fin de semana avanzó que tendría que esperar por un desastre de Red Bull, otro «coreazo» como el de Yeongam, de donde los coches energéticos salieron con un inquietante cero.

El piloto español exprimió su Ferrari hasta la última gota. El coche está afilado al máximo. Parece imposible sacarle una milésima más. Desde la quinta posición de la parrilla Alonso subió hasta el podio. Los sábados son una lacra para el F10, obligado el domingo a arreglar los males del día anterior. Otra vez Vettel y Webber al frente. Rotundo doblete del equipo austriaco, el cuarto de la temporada. Suena a broma que una escudería con tal dominio, con dos monoplazas galácticos, tenga que llegar a la última carrera cruzando los dedos.

Las cuentas de Alonso son sencillas, pero no tan fáciles de cumplir. La segunda posición en Abu Dhabi mandaría el título directamente a Asturias, a casa de los Alonso, un clan que vive por las carreras desde que el pequeño Fernando inició su romance con los motores a los 3 años de la mano de su padre.

El asturiano soñará estos días con Webber. Su misión, aplicar al australiano un marcaje al hombre. Ejercer de secante, seguirle hasta el cuarto de baño, como decían los entrenadores antiguos al leñero del equipo con el encargo de aburrir a la estrella rival.

Si las extrañas maniobras de Red Bull desembocan en una victoria de Vettel, el alemán debe esperar el fallo de los otros dos candidatos. Con Alonso quinto, el título sería para él.

El asturiano metió velocidad de crucero en julio. Ganó en Alemania con polémica por las órdenes de equipo en perjuicio de Felipe Massa. Ahí se acabó lo poco que quedaba del brasileño y empezó a crecer el asturiano. Siete podios en las últimas ocho carreras le han puesto en órbita. Cuatro han sido victorias (Hockenheim, Monza, Singapur y Corea) y sólo dejó escapar punto en Spa. No terminó la carrera, accidentado en una pista inundada.

En Interlagos Alonso conoció la carrera perfecta. No lo tuvo fácil porque los adelantamientos al increíble Hulkenberg, colado en la pole como por arte de magia, y luego el enfrentamiento a cara de perro con Lewis Hamilton contenían altas dosis de riesgo. Vettel y Webber aprovecharon ese rato para abrir un hueco imposible de cerrar y el asturiano no pudo hacer más que llevar al Ferrari hasta la meta, cuidar el motor para evitar una rotura fatal y vigilar por el rabillo del ojo que Hamilton no se acercara más de la cuenta.

Apareció el coche de seguridad sin que nadie le esperara, lo propició un accidente de Liuzzi que puso otra vez la carrera a funcionar. Formó un barullo que pudo traer disgustos porque partió en dos el pelotón y colocó un rosario de doblados entre los que se jugaban la carrera. La cosa no pasó a mayores y hasta le vino bien a Alonso para evitar que Hamilton y Button, los dos con neumáticos nuevos tras un segundo paso por el garaje, llegasen a inquietarle.

Ganó la carrera Vettel y se presentó con su sonrisa de las victorias. Se le nota demasiado al alemán su carácter. Bromista, risueño y un poco «graciosillo», nada que ver con las caras largas de la derrota.

Su equipo le ha concedido una vida extra. La lógica de la Fórmula 1 le habría aplastado hace tiempo a favor de su compañero. Pero él es el hombre de la casa, salido de su programa de formación. Y el futuro está diseñado para él. Red Bull no le apartará hasta que no le quede ninguna posibilidad de ser campeón y eso podría demorarse hasta las últimas vueltas en Abu Dhabi. Y es que si el alemán consigue ponerse al frente de la carrera sus opciones de título estarían vivas mientras Alonso corriese el riesgo de caer hasta la cuarta posición.

Con el español en el podio, el escándalo estaría servido porque el alemán cedería la victoria a Webber y le daría el Mundial. «He ido al colegio y sé lo que tengo que hacer en cada situación», dijo Vettel tras la carrera. A buen entendedor...

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