Sábado noche en Sepang. Garajes cerrados y circuito desierto. Al fondo del paddock resplandece la luz en la carpa de la escudería Red Bull. Es cerca de medianoche y el retén lo forman un cocinero, un camarero y un par de mecánicos rezagados que recogen sus mochilas. Pero en una mesa apartada Sebastian Vettel apura un plato de pasta con un miembro de su equipo. El resto de pilotos llevan tiempo descansando en el Pan Pacific, hotel a la puerta del circuito, lejos de los ruidos y de las distracciones de Kuala Lumpur.
Con un folio en la mano, Vettel repasa una y otra vez sus planes. Tiene la pole y quiere su segunda victoria. Así fue. El kers le tiene preocupado. El acumulador de energía no termina de funcionar y los rumores están desatados en el paddock. Que si no lo usan, que si tienen un sistema alternativo, que si les está dando problemas. Benditos sean para ellos esos problemas si el alemán soluciona las carreras como hizo ayer en Malasia, como dos semanas antes solventó en Australia. Pilotaje solvente, sin complicaciones y con todos los líos a sus espaldas.
El pleno de puntos le hace un líder fuerte. Al campeonato le queda mucha cuerda, pero el alemán se siente con tanto poder como al terminar el año pasado. Ganó las dos últimas y ahora se lleva las dos primeras. «No puedo estar más feliz. Todo va sobre ruedas y debemos mantener este impulso para China porque el campeonato es largo», dice. Le salió todo perfecto al alemán y se llevó los elogios de su jefe, Christian Horner. «Fue el mejor piloto. Supo cuidar los neumáticos y hacer todo su trabajo sin fallos. Solo tiene 23 años, apenas la edad de alquilar un coche, y mira lo que está haciendo».
Ni siquiera le hizo falta a Vettel la ayuda del kers. «No funcionó como esperábamos, a pesar de que en la salida me dio lo que necesitábamos». Se lo dio al líder, pero no a Mark Webber, al menos según mostró la realización de la televisión. Más tarde, por la radio, le dijeron al alemán que no intentase utilizarlo más, que no funcionaba. «Se desconectó en un momento de la carrera y ya no lo pude usar», explicó Vettel.
Con tanto desconcierto, algunos veteranos del paddock creen que el asunto del kers es una jugada al despiste. Desde algunas escuderías susurran en privado que podrían estar utilizando un sistema alternativo que únicamente les sirve en las salidas.
Alonso lo tiene claro. «Si lo usan es algo diferente, porque su velocidad en el paso por meta cuando hacemos vueltas lanzadas el sábado no aumenta como la de los demás coches».
Con o sin kers, Red Bull no lo echa de menos para liderar el Mundial, pero apremia al equipo para que no levante el pie frente al empuje de McLaren y Ferrari, que se han acercado a su ritmo en carrera. «Nos han recortado algo de distancia. Tenemos que mantener la cabeza fría y los chicos saben que debemos seguir evolucionando», insiste Vettel. De momento, le basta con arrasar los sábados, el día que levanta sospechas entre los ojos que todo lo espían por la superioridad que muestra frente a Mark Webber, que rueda con un monoplaza idéntico. Los suspicaces señalan directamente al garaje del equipo, donde, dicen, tienen claro quién es el líder. La teoría está por demostrar.