A los 9 años, Lewis Hamilton llevaba tres en la órbita de McLaren. Siendo un niño le dijo a Ron Dennis que algún día pilotaría uno de sus coches. Y así fue. Debutó en 2007 y el paso del tiempo le ha convertido en el más fiel de la historia. El único que ha llegado a los 73 grandes premios habiendo pertenecido a un único equipo. Desbanca a un mito: Jim Clark y sus 72 carreras con Lotus. Pero Lewis tiene una crisis de fe. Dudas sobre McLaren. «La lealtad tiene un límite. Siempre he disfrutado en esta casa, pero al final del año hay que valorar en qué posición estás y lo que ha pasado. Y yo quiero ganar más títulos», dijo ayer. Tiene contrato hasta el final de 2012 y aunque cuesta creer su salida, aprieta para ganarse una buena renovación.
Levantaron revuelo las declaraciones y tuvo que aclararlo para frenar la conmoción que se había montado en torno a McLaren. En realidad, es difícil encontrar un lugar mejor para él. Irse a Ferrari sería una «alta traición» y la puerta estaría cerrada mientras Alonso continúe con los italianos. Y la política de Red Bull es tirar de su cantera de pilotos y darles la alternativa como hicieron con Vettel, y ahora con Alguersuari y Buemi en Toro Rosso. Por eso Lewis puntualizó que «desde que debuté, he ganado carreras todas las temporadas; he tenido siempre un coche vencedor, que es lo más importante».
En la actual parrilla sí hay pilotos que le superan en número de carreras con una misma escudería. Fernando Alonso con Renault y Michael Schumacher con Ferrari mejoran sus números, pero los dos venían de otro equipo anterior: Minardi y Benetton, respectivamente.
Jim Clark entró en la F1 por la puerta del Lotus original en 1960 y estuvo en 72 carreras con ellos hasta su muerte en 1968. La diferencia es que el escocés tiene 25 victorias y el de McLaren «solo» llega a 14.
El récord es ahora de Hamilton, pero hubo otros que se quedaron muy cerca. De la mano de BMW Williams, Juan Pablo Montoya llegó hasta las 68 citas entre 2001 y 2004; y Nico Rosberg, que se estrenó en 2006, sumó 70 con Williams hasta 2009, antes de emigrar camino de Mercedes.
Hamilton creció en las categorías menores bajo la tutela de Ron Dennis. Asombró desde el principio y en McLaren lo convirtieron en un producto de marketing perfecto. El primer piloto negro, educado y con la sonrisa siempre a punto. Ganó la GP2 y dio el salto. Debía hacer de aprendiz de Fernando Alonso en 2007 pero su voracidad y talento cegaron a la escudería, que se entregó en brazos de su hijo predilecto. Salió vencedor de la guerra civil y al año siguiente, ya sin el asturiano a su lado, ganaba el campeonato.
Ron Dennis dejó la primera línea de batalla al tiempo que la relación entre el piloto y su padre, que hacía de agente, se enfrió. Corrió todo el año pasado sin representante y su reciente vinculación con el conocido mánager Simon Fuller, a la vez que el cercano final de su contrato, dispararon los rumores sobre la llegada de ofertas para cambiar de aires. De momento, rumores. Cuando en McLaren le pongan la renovación sobre la mesa entonces será el momento de decidir.
En la imagen Lewis Hamilton, ayer, durante los entrenamientos libres en Shanghai. azubel / efe