En Shanghai se vieron dos carreras: una en la pista y otra en los garajes. Cerebros y simulaciones sobre la marcha para escoger la mejor estrategia. Triunfaron los que sacrificaron los 20 segundos de una tercera parada para disfrutar más tiempo en la pista con los neumáticos en mejores condiciones. Ésa fue la táctica buena, la que no utilizó Ferrari, por cierto, y la que Red Bull entregó a Vettel. Le sobraron cuatro vueltas al alemán con sus gomas hechas trizas y vencido en el último momento frente al empuje de Lewis Hamilton con sus duros recién sacados del taller. McLaren llamó tres veces a su piloto y acertó. Mark Webber también hizo buena la elección. La vida se ve de otra manera a bordo de un Red Bull, pero gracias a su táctica y también a su monoplaza volador remontó desde las catacumbas de la parrilla (18.º) hasta uno de los podios más brillantes de los últimos años.