Lo cuenta un clásico del paddock. Clásico de la noche. Dice que con todo su lujo y derroche, la fiesta en el barcazo de 95 metros del dueño de Force IndiaIndia terminó de la forma más mundana. «Ya no queda hielo, señor». Palabra de camarero. «Pues sirva champán», respuesta del invitado.
Mediodía en Mónaco. Sol tímido y zumo de naranja tras una noche de mil opciones inabarcables hasta para el vip más desocupado. El jueves, yate indio; los de Phillip Morris en el Jimmy'z (3 cervezas, 78 euros); Red Bull en su casa flotante. Baño de sol. Comienza el día sin monoplazas para un invitado de primera al fin de semana del Gran Premio. Ostras y champán de aperitivo en el barco del amigo rico. Se cierran pocos negocios, nadie viene con los contratos bajo el brazo, pero tantas horas muertas dan para encarrilar buenas relaciones. No hay encuentros sin motivo, todos quieren algo de alguien.
«Mañana vienen las mujeres, hay que aprovechar esta noche», le habla un tipo a su móvil en el vuelo Madrid-Niza. Chaqueta de botones dorados, pantalones blancos y sombrero de paja conforman el uniforme del pasajero en la ruta del glamour. Problemas en Barajas. Sobran viajeros. Los teléfonos echan humo. Llamadas al presidente, al consejero delegado y, por poco, al presidente del Gobierno. «Dice que han sacado a un pasajero para meterme a mí». La azafata no da crédito y al periodista le salva su tarjeta de viajero más que frecuente. Milagro.
Hora de la comida en el barco. La tripulación sirve con cofia a tipos hartos ya de caviar. «¿De qué crisis me habla?». Agenda apretada para la tarde. Es viernes y aquí la Fórmula 1 descansa. Mejor, menos ruido. Compras junto al hotel París: Chanel, Louis Vuitton, Armani… y un poco de roce con el turisteo que arrastra la carrera, que no todos son de pata negra. De noche, esos beben en La Rascasse. Cerveza y pizza a 30 euros. A cien metros deslumbran las luces en barcos imposibles. La muchedumbre se agolpa a la entrada, ruega por una invitación, pero la lista es inflexible. «Vamos con los nuestros», dice un muchacho francés cuyo nombre no aparece entre los invitados.
en la imagen Button y Esther Cañadas.. Reuters
