La carrera es desigual y uno de los jinetes tiene ya varios cuerpos de ventaja. La meta está más cerca para Sebastian Vettel, que calcula a vista de calendario cuándo podrá encargar la corona. Que sea lo más tarde posible es una de las misiones de Fernando Alonso, empeñado ahora en sumar más puntos al final del año que uno de los Red Bull, aunque sólo sea el del secundario Mark Webber. Incendiar Monza con una victoria mañana aparece también en la agenda de deseos del asturiano. Sería su tercer triunfo en la pista italiana y el segundo vestido de Ferrari. Se uniría al grupo de los Ascari, Hill, Regazzoni y Barrichello y sólo Michael Schumacher (cuatro) habría estado más veces que el español en el primer escalón con el Cavallino en el pecho.
Cada domingo sin champán es una puñalada en el ego del líder del proyecto «rosso». «Soy muy competitivo y lo paso mal cuando no gano. Desgraciadamente, está sucediendo muy a menudo este año», explicó el asturiano después del trabajo libre de ayer, una tarde que dominó Sebastian Vettel y dejó al ovetense en la quinta plaza. «No ha sido un mal día. Hemos probado muchas cosas y mañana (por hoy) será el momento de ponerlas todas al mismo tiempo».
Por lo menos, Alonso sufrirá menos con los neumáticos. Por fin el calor acude al rescate después de un verano revoltoso que también ha afectado a la Fórmula 1. Ayer por la tarde, a última hora, con los coches ya recogidos, el termómetro aún señalaba 28 grados. Una bendición para el F150 Italia.
Queda claro que Alonso lleva la competición en la sangre. Pasó la mayor parte del verano en Asturias, pero apenas se le vio por las playas. Al contrario, reunió a su grupo de amigos de confianza y montó una carrera ciclista de varias etapas, incluida una contrarreloj a carretera abierta. Ganó, por supuesto, pero no dejó de pedalear ni siquiera después de correr hace dos semanas en Bélgica.
Quemó la frustración de un año torcido sobre su MMR, la marca de bicis del asturiano Daniel Alonso. Y llegó a Monza con una rodilla inflamada y protegida con un vendaje. «Esto no me pasaba con 20 años», dijo ayer sin preocupación un piloto capaz de aguantar un entrenamiento profesional de ciclismo, como hizo hace tres inviernos junto al equipo de Carlos Sastre.
Luchará Alonso esta tarde por su primera pole del año. Los Red Bull no han dejado escapar ninguna: doce de doce. Ferrari le ha entregado el mejor F150 que ha podido, pero ya sin grandes evoluciones, volcado como está el 50 por ciento de los recursos hacia la planificación del año que viene. Poco recibirá ya el coche hasta el final de la temporada, más allá de los pequeños ajustes para cada pista. No habrá ningún esfuerzo extra, aunque ganar este domingo ayudaría a la Scuderia a difuminar la imagen de impotencia frente a Red Bull.
«La de Monza sería la victoria más importante de las que podamos conseguir hasta el final. Pero todas tienen su significado. No creo que sea poca cosa ganar en Singapur o Brasil», dijo Alonso, que también se fija en el año pasado, cuando se le fue el título en la última carrera. «Aquello fue un drama y terminé segundo el campeonato. Ahora el primero se ha escapado, pero Webber está cerca e intentaré repetir segundo». Encuentra el piloto la motivación donde otros sólo hayan desasosiego. Se impone pequeñas metas para no levantar el pie hasta que a finales de noviembre Brasil cierre el ejercicio. «Daremos el cien por cien, que nadie lo dude, pero el coche es igual que el de Bélgica y allí estábamos un segundo detrás de los rivales», avisa. Por lo menos se anuncia calor y no el frío que congela los neumáticos de su Ferrari.