Todavía sudoroso y con una toalla al cuello, Fernando Alonso esperó al ganador, Hamilton, antes de salir al podio. Le dedicó una sonrisa de oreja a oreja, le ofreció la mano y le pegó un abrazo jamás visto entre ellos. Lo acompañó el asturiano de una confesión al oído del inglés. Unos minutos después, el de McLaren daba lustro a su balsámica victoria –llegó a Abu Dabi rodeado en críticas– engrandeciendo a su único rival ayer. «Ha sido muy duro contener a uno de los mejores pilotos del mundo mientras intentaba cuidar los neumáticos y que el hueco no disminuyese».
Oír para creer. Lluvia de flores entre los enemigos íntimos desde el tormentoso 2007. Dos pilotos que apenas se hablan, que incendian las carreras cuando se cruzan en la pista, dedicándose piropos y haciéndose carantoñas. La escena de ayer en Abu Dabi fue el remate a otro guiño desde el garaje de Ferrari. «Hamilton es el único que veo como un gran rival para el año que viene. Es el único capaz de ganar sin tener el mejor coche». Loaba al asturiano y de paso lanzaba un dardo a Sebastian Vettel. Hamilton, que vive una temporada complicada entre sanciones accidente y resultados irregulares, respondió con sorpresa. «Me alegra ver que cuento con el apoyo de otros pilotos. Nuestra relación ha mejorado últimamente».