Felipe Massa vive en la encrucijada. No sabe si reír o llorar. Si enorgullecerse por su amplia trayectoria en la F1 –celebró ayer sus diez años en las carreras– y por ser el tercer piloto con más grandes premios en Ferrari –100, a dos de Barrichello– o esconderse por su alarmante bajón de resultados. Al acabar el GP dedicó una serie de derrapes a su afición y provocó el éxtasis en Interlagos. Era la expresión de agradecimiento de un piloto en depresión deportiva, que ayer entró en la historia negra de Ferrari.
Cerró el curso sin podios, y es la primera vez que le pasa a un piloto de la Scuderia en los últimos treinta años. Enlaza ya el brasileño tres campeonatos sin victorias, lo nunca visto en la casa desde que la Fórmula 1 echó a andar en 1950. Es cierto que se perdió medio 2009 por su grave accidente en Hungría, pero eso no esconde la mediocridad de sus números, que palidecen al lado de los de Fernando Alonso.
Tenso, Massa sospecha de todos y apenas queda rastro del piloto bravo y combativo que fue, del proyecto de campeón en 2008, ganador en Interlagos, pero perdedor del título tras aquel final infartante bajo la lluvia que terminó por coronar a Lewis Hamilton.
Creció en la Scuderia junto a Michael Schumacher y después se batió con Raikkonen para ocupar el vacío que dejó el Kaiser. Derrotó al finlandés, pero quedó marcado por ese título que nunca fue suyo y que dejó en el garaje «rosso» una de las escenas de impotencia más impactantes de los últimos años.
Su futuro a corto plazo no corre peligro. Massa recibe cariño desde la Scuderia. Él y su clan son apreciados en la casa, y el presidente, Luca di Montezemolo, le respalda. Por ahora, porque, confirmado su asiento para 2012, su posición no soportaría otro curso en blanco.
Le ayuda el vacío que viene por detrás y le avala su experiencia, un punto a favor para las cortas y decisivas tandas de pruebas invernales, donde un día perdido se paga a precio de oro. A Massa le incomodan los rumores y la ascensión de Sergio Pérez, chico de la academia _Ferrari que se foguea en SauberSauberSauber. Conserva su orgullo fuera de la pista, pero hace tiempo que lo perdió dentro, invadido por las dudas de quien se sabe examinado.
El próximo año se la juega. Aunque todavía pesan sus apoyos, que sus asuntos los lleve el hijo del presidente de la FIA, Jean Todt, o su cartel intacto en Brasil, el crédito de Massa se agota. El número 1 en la Scuderia lo lleva sin duda Fernando Alonso, pero en Maranello quieren un segundo más fuerte, y el paulista ahora mismo no lo es.
