El Mundial de Fórmula 1 cumplió la primera mitad de la temporada en Alemania hace nueve días, pero es realmente ahora, tras el GP de Hungría, la undécima de las veinte citas del año, cuando cierra la primera parte de un calendario que por vez primera se toma entero el mes de agosto de vacaciones.
Vacaciones de las que podrá disfrutar de una manera muy especial Fernando Alonso, líder destacado del Mundial con 164 puntos por los 124 del australiano Mark Webber y los 122 del alemán Sebastian Vettel, los dos pilotos de Red Bull. Ninguno de los tres estuvo el domingo en el podio de Hungaroring, lo que aprovecharon el británico Hamilton con su victoria (117 puntos) y el finlandés Raikkonen con su segunda plaza (116) para sumarse a la fiesta y completar el repóquer de candidatos que se jugarán la corona en las nueve últimas citas.
Alonso ha realizado una primera parte del Campeonato con la que probablemente ni él mismo soñaba el 17 de marzo, cuando no lograba clasificar a su F2012 para la Q3 del GP de Australia. El Ferrari aquel día estaba a más de un segundo de los McLaren, de los Red Bull y hasta de los Lotus, pero el bicampeón asturiano supo exprimir los aciertos propios y los errores ajenos para hacerse con la quinta plaza final al tiempo que lanzaba un aviso a los responsables de su escudería: «Confío en que este año no haya que esperar a Silverstone (Inglaterra) para lograr la primera victoria». En Silverstone, novena cita de la temporada, lograba el asturiano su primera y única victoria de la pasada campaña.
No hubo que esperar a Silverstone porque al domingo siguiente, en Malasia, el ovetense se aliaba con la lluvia para ganar en Sepang y ponerse por vez primera al frente de un Campeonato que entraría en una vorágine de descontrol que llevó a siete diferentes pilotos a ganar las siete primeras carreras del año, lo nunca antes visto en el «Circo».
Siete vencedores en siete carreras y los cuatro primeros de la general en un pañuelo: de los 88 puntos del líder, entonces Hamilton, a los 79 del cuarto, Webber. El ovetense, con 86, no sólo había conseguido «minimizar daños», sino cumplir también con una de las normas no escritas de la F1, la que asegura que para ganar el título hay que hacer podio en Barcelona. Fue segundo en Montmeló.
A partir del GP de Europa se acabaron las bromas. Los Rosberg, Maldonado o «Checo» Pérez desaparecían del podio y entre Alonso, Red Bull, McLaren y Lotus pusieron coto al podio. Ferrari dio un salto de calidad en las prestaciones de su F2012 y, sin llegar nunca a ser el coche más veloz, sí fue en manos del asturiano el más competitivo. En estas cuatro últimas carreras -Europa, Gran Bretaña, Alemania y Hungría- ha cimentado el ovetense su liderato y la diferencia con sus rivales. No sólo gracias a los aciertos propios -primero en Valencia y Hockenheim; segundo en Silverstone; quinto en Hungaroring-, sino también a los tropezones ajenos. Así, mientras él sumaba 78 puntos en estas cuatro últimas citas (sólo 8 menos que en las siete primeras), Raikkonen le seguía con 61, Webber se quedaba en 45, Vettel en 37 y Hamilton en unos discretísimos 29... de los que 25 corresponden a su victoria en Hungría.
Los cinco se jugarán la corona al regreso de las vacaciones. Alonso en las once primeras carreras del año ha sido el mejor (tres victorias, seis podios) y el más regular de la parrilla (el único que ha puntuado en todas las ocasiones, elevando a 23 su racha, a sólo una del récord histórico de Michael Schumacher), pero en Ferrari tienen un doble problema que solucionar: la velocidad del F2012 y el rendimiento de Massa, que sólo en Silverstone (cuarto) consiguió restar algunos puntos a los rivales del asturiano.
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