Es tiempo para trucos de magia en Ferrari, para esconder cartas, guardarse bazas en la manga y sacarlas cuando haya que decidir la partida. Las sonrisas se escapan por la comisura de los labios en la casa roja. «Queda mucho por hacer», dice el mensaje institucional, la frase que llevan grabada a fuego desde el presidente Montezemolo hasta el último mecánico. Pero saben que han dado con la tecla, que en manos de sus pilotos han puesto un coche rápido, fiable, consistente y con potencial para luchar por los títulos. El box está lleno de miradas cómplices, guiños furtivos para celebrar con discreción cada prueba superada en esta intensa pretemporada. Cuando los datos de la pista encajan con los que se traen de la fábrica, cuando el piloto de turno cumple una vuelta tras otra con buenos tiempos y los prolonga giro a giro, cuando el coche no se rompe y aguanta 2.500 kilómetros en cuatro días sin averías… cuando todo eso se da, hay motivos para el optimismo.
En las pruebas de Barcelona ya habrá que dar vuelta a las cartas para enseñar el verdadero valor del arma con el que cada uno peleará todo el año. «Ahora mismo son el mejor equipo», confesó Jenson Button los días pasados en Jerez.
El McLaren es rápido en tandas cortas, pero todavía le falta algo para asustar en las largas. Quizá tenga que ver la costumbre en el equipo de Woking de salir a los entrenamientos con mucha carga de gasolina. «Era lo que hacíamos cuando yo estaba», confiesa el español Pedro de la Rosa, que disfruta en Sauber de una segunda juventud.
No abunda en el asunto el vigente campeón del mundo, que prefiere trabajar en silencio con el McLaren y traspasar la presión al garaje de al lado. «Cuando he rodado detrás de Alonso, su coche no se mueve, va perfecto y eso no lo he notado en otras escuderías», dijo Button con admiración en Jerez.
También Schumacher está rendido a su antiguo equipo. «Son rápidos, consistentes y constantes». El torrente de elogios del Káiser desvela también que el Mercedes no va a ser desde el principio la máquina de ganar carreras que era el Brawn del año pasado. «Tardaremos un poco, pero llegaremos», asegura el alemán.
Pero en Ferrari miran con recelo a la competencia. No se fían del Red Bull, al que se le ha visto como un coche rápido pero poco fiable. Cosas del motor Renault, una ganga por su escaso consumo, vital esta temporada, pero una lotería cuando se le exige de verdad.
Desde Maranello, Stefano Domenicali no baja la presión. Lleva semanas encerrado en la fábrica, a pie de obra para mejorar todo lo posible el F10. El director del equipo se la juega esta temporada. El fiasco de 2009 lo puso en el punto de mira. A él y a toda la cúpula directiva. El modelo italiano está en juego, después de años gobernados al estilo anglosajón, bajo el patrón del mago Ross Brawn. «El problema de Ferrari es que hay demasiados italianos», dijo Niki Lauda cuando peor iban las cosas la temporada pasada. El reto ahora es desmontar esa teoría.
Situaciones de carrera
Y la pista les está dando la razón. «Hemos podido esconder algunas cartas», dijo Fernando Alonso con un brillo malicioso en la mirada. El asturiano clavó en sus días de trabajo tandas idénticas. Doce o catorce vueltas con bastante gasolina y neumáticos usados. Se trata de reproducir las situaciones de una carrera. Y ahí estaba el asturiano, simulando los momentos delicados de un gran premio, con peso en el coche y los neumáticos perdiendo efectividad. Y parece que salió bien, a la vista de la constancia en los tiempos y del buen tono del piloto en sus declaraciones. «Si yo estuviera en otro equipo también me fijaría en Ferrari porque nos están saliendo muy bien las cosas», confesó con sinceridad.
Alonso está feliz como nunca, cada vez más integrado en el equipo y todavía se sorprende por algunos detalles de la grandeza de la escudería. «No tenemos que preocuparnos por nada, siempre hay alguien facilitando el trabajo», deslizan desde el círculo íntimo del piloto. Y él mismo retrata su felicidad con una frase que nunca se le había oído antes: «Es el mejor coche que jamás he tenido». Pura ilusión a lomos del Cavallino.