La vida era tranquila mientras se cumplían las rutinas de todos los domingos. En la recta de meta, un coro infantil interpretaba el himno australiano sin temer la que se venía encima. Sí lo intuían los pilotos y la tropa de ingenieros que les rodea en el ritual previo de la parrilla. Miraban al cielo cuando las nubes empezaron a descargar y el reloj señalaba apenas diez minutos para el apagado del semáforo. La primera defensa que Fernando Alonso iba a hacer de su liderato tendría un escenario todavía más complicado, en un circuito sin apenas escapatorias, con poco agarre y estrecho. Ganó Button su primera carrera en McLaren y ningún inglés podrá decir que la función fue aburrida, como se empeñaron en recalcar machaconamente tras Bahrein. Pero detrás de la victoria del vigente campeón se esconde una carrera épica, con muchos frentes abiertos y un elenco de actores que desplegaron la primera obra de arte de la temporada sobre el inigualable teatro al aire libre del Albert Park.
La trama de la representación empezó a enredarse nada más subirse el telón. La salida de los Ferrari fue como la noche y el día. Massa deslumbró con una maniobra de lujo, un juego de manos eléctrico que le colocó segundo. Y Alonso naufragó en el fragor de la batalla por encontrar la primera curva en las mejores condiciones. Retrasado, el pelotón engulló su coche. Button le atacó por el interior y Schumacher le taponó la escapatoria por fuera. No había sitio para todos al llegar al primer recodo y el McLaren acabó tocando al Ferrari. Con la inercia, el coche rojo golpeó al Mercedes, que perdió medio alerón. Alonso dibujó una pirueta en medio de la pista y quedó completamente girado, impedido para competir mientras el pelotón se alejaba. Milagrosamente salió del envite sin daños, pero era el último de la fila. Al primer paso por meta, Edo, su fisioterapeuta y encargado de mostrarle la pizarra con las referencias, colocó el número 22 junto a las iniciales (ALO) del español.
Desesperación en Ferrari. En el primer intercambio de golpes, el defensor del liderato besaba la lona. Por suerte, el F10 mantenía intacta su fortaleza y lo que ahora hacía falta era que el piloto aplicase a fondo su talento. El accidente entre Kobayashi y Hulkenberg ayudó al ovetense a unirse al pelotón porque la intervención del coche de seguridad mantuvo la carrera neutralizada un par de vueltas. Glock fue la primera víctima de una remontada que iba a llevar al asturiano hasta la cuarta posición. En total fueron 18 puestos devorados gracias a que el equipo decidió apostar por mantener 51 vueltas el mismo juego de neumáticos blandos.
Cuando dejó de llover, Button fue el primero que quitó las gomas de agua. Tuvo un par de sustos, pero ganó un espacio clave para la victoria. Del paso general por los garajes Alonso salió decimotercero. De la Rosa y Barrichello fueron las sucesivas víctimas del piloto español, jaleado continuamente a través de la radio por Andrea Stella, su ingeniero de pista, que miraba con optimismo la sucesión de buenos tiempos de su piloto. En la vuelta 14 Alonso ya era octavo y tenía cerca al grupo que comandaba Massa, con Webber y Hamilton detrás.