La Fórmula 1 no lleva multitudes al circuito de Shanghai, pero los que se acercan asimilan el virus de forma exagerada y desarrollan una capacidad de idolatría que no se ve en otras partes. «Quiero conocer la tierra de Alonso, Asturias», decía una joven china en la recta de meta con una bandera azul con la Cruz de la Victoria en sus manos. Había conseguido su firma. «Es tan guapo y buen piloto...», piropeaba a punto del éxtasis. En plena pista, antes de poner rumbo al hotel, los protagonistas cumplieron con una agitada sesión de autógrafos.
Tal entusiasmo contrasta luego con la ignorancia de las carreras que se encuentra en muchos lugares de la estresante y gigantesca Shanghai. Muchos no tienen ni idea de que este fin de semana hay Fórmula 1 y hasta desconocen la existencia de la mastodóntica instalación que es el Circuito Internacional de Shanghai, a 50 kilómetros de la urbe.
Antes del encuentro con los aficionados, había hablado Fernando Alonso envuelto en un halo de misterio. No dijo nada de que hoy tendrá el alerón mágico en su coche en plan banco de pruebas. «Tenemos una línea de trabajo clara y propia, no necesitamos copiar a nadie y tampoco ese sistema es nuestra prioridad», aseguró jugando al despiste y considerando que sus planes de mejoras aerodinámicas y mecánicas son más suculentos que el invento de McLaren para ganar velocidad punta.
El sistema permite al piloto liberar un conducto de aire que va directamente al alerón y le resta carga aerodinámica, un caramelo para ser muy veloz en la interminable recta de la parte trasera del circuito chino.
A pesar de tantas mejoras, y del miedo que mete McLaren en esta pista, Alonso cree que la decoración no cambiará demasiado. «Sigo viendo a Red Bull un poco por delante de todos. Y creo que estarán muy fuertes todo el año». No quiso decir con eso que Ferrari no esté a punto para la batalla. «En Ferrari tenemos la ventaja de nuestra gran capacidad para evolucionar. Mejoramos con constancia en cada carrera; este equipo lleva demostrándolo los últimos diez años».
Para el asturiano el dominio de los «toros rojos» no tiene una razón mecánica concreta, como puede ser el alerón de McLaren o lo fueron en su día los difusores de Brawn que hicieron campeón a Button. «Terminaron el año muy por delante del resto y, aunque ahora la diferencia es algo menor, juegan con la ventaja de una muy buena base. En general, poseen un paquete muy completo, pero en Ferrari debemos trabajar por nosotros mismos».
Las dos semanas que van desde la carrera de Malasia hasta la de China han cundido en Maranello. Además de identificar el fallo en el motor, la investigación sobre la caja de cambios ha sido ardua. «Tuve que pilotar de forma antinatural y ahí estuvo la causa. Ahora sabemos que tenemos un motor robusto».