Que Ferrari y Fernando Alonso se la juegan en Monza no es noticia. Que hayan salvado el primer obstáculo con nota sí. La primera pole del año tenía que llegar y no pudo ser en mejor momento. La Scuderia estaba empeñada en complicarse la vida los sábados, en ponerse las carreras cuesta arriba de antemano. Hubo buenas señales en Hungría, cuando al asturiano se le fue el primer puesto de la parrilla por dos milésimas. En Bélgica se esfumaron las esperanzas y ahora, en Italia, en la carrera de casa, renace al galope el cavallino, cuando los otros jinetes tienen varios cuerpos de ventaja y aprieta sin piedad la cuenta atrás del Campeonato.
Viernes. Diez de la noche, oscuridad en Monza. Fernando Alonso sale del circuito. Apenas queda gente en el paddock, solo Vettel cena en el pabellón de Red Bull. Los operarios se apuran en tareas de limpieza. A la salida de la zona reservada una decena de aficionados asturianos esperan por el piloto. «Se habrá ido en coche por otra puerta, ya es tarde», dice un pesimista. Al poco aparece el asturiano. Premio a la constancia para los fieles.
¿De dónde venía Alonso a esas horas? Salía de una tarde agotadora, de reunión en reunión con sus ingenieros, de intentar sacarle al F10 esas milésimas que le diesen una alegría a los miles de tifosi al día siguiente. Por una vez, el trabajo tuvo premio.
De la tormenta de ideas salieron las soluciones necesarias para llevar el coche a lo más alto, al primer puesto de la parrilla. Éxtasis en Monza, banderas rojas y azules al viento y entusiasmo desbordado en las tribunas.
Sábado, pasadas las tres de la tarde. Alonso se golpea el pecho nada más bajar del coche y señala el cavallino de su casco, negro sobre amarillo. Acaba de conseguir la pole, la primera de la temporada, su estreno desde que forma en el ejército ferrarista. Hacía 412 días que no se ponía un domingo al frente del pelotón, desde Hungría-2009, veinte sábados de sequía.
El registro de Ferrari era todavía más triste. Desde Brasil 2008, nefasta tarde en la que Massa perdió el Mundial en el último suspiro, que no tenían un pole en el bolsillo. La abstinencia duraba treinta carreras.
Ayer el día venía de dulce. En los ensayos de la mañana los dos Ferrari tenían buena pinta. A las dos de la tarde se sabían la lección de pe a pa. Massa pasó primero la toma de tiempos inicial; Alonso, a su espalda. Red Bull anunciaba sufrimiento, al tiempo que de la lucha se caían los de siempre. Los Hispania, Virgin y Lotus junto a Liuzzi (Force India).
Alonso agarró el mando en la Q2, Button y Hamilton aguantaron el tipo y quedaron citados para el último round. De la Rosa y Alguersuari estaban fuera. El Sauber tiene problemas de motor y el barcelonés no puede cambiar sin penalización. Jaime bastante hizo con solucionar los contratiempos del viernes.
Alonso lo bordó en el primer intento de la Q3, escarmentado de lo pasado en otras citas. Ferrari preparó un paquete aerodinámico perfecto para la pista más rápida del año y ya nadie mejoró su registro. El 1.21.962 era el mejor tiempo del fin de semana. Ya en el parque cerrado, aguardó la entrada del resto. Medio minuto eterno, temiendo por la ansiado pole. Pasó Button afeitando su crono, sólo una décima más lento. No hubo más peligro. Massa terminó tercero y tendrá a su lado a Webber en la segunda línea.
Otra pole robada a Red Bull, que sólo ha concedido dos en todo el año. La de ayer a Alonso y la de Canadá, que acabó en manos de Hamilton. El líder del Mundial se hundió en la quinta posición, lastrado por su decisión de prescindir del conducto F. Vettel sólo saldrá sexto, así que la batalla en la primera chicane se promete dura._Un cuerpo a cuerpo de alto riesgo en busca de la mejor posición. De momento, la ventaja es para Alonso, que para eso logró la pole.