Vuelan los dos Ferrari en la pista más rápida del Mundial. Button, Alonso y Massa ruedan en un pañuelo, apretados en poco más de un segundo. Hay dos carreras. La suya, y la del resto. Pero el vigente campeón no se rinde y guía con mimo el McLaren. Mediada la carrera, queda claro que se resolverá en el paso por los garajes, que no habrá adelantamientos en la pista.
Mientras tanto, los Red Bull sufren en la zona anónima. Webber y Vettel ruedan séptimo y octavo y al alemán le vienen súbitos y extraños problemas en el motor. Le duran un sector, suficiente para que Webber le supere. A Sebastian le tienen preparada una estrategia agresiva para recuperar puntos vitales. Aguantó con los neumáticos blandos hasta la última vuelta, así que pudo ir ganando posiciones y arrebatarle la cuarta a Nico Rosberg. Mal menor.
Pero todavía faltaba mucha _carrera para el desenlace. Los mecánicos de McLaren se preparan para el cambio de neumáticos de Button. Le llaman en la vuelta 36. La operación le lleva 22,9 segundos por la vía de servicio, sólo 4,2 para sustituir las ruedas. Alonso tiene una vuelta para reducir la escasa diferencia, que era de 0,9 segundos.
El cambio de gomas le dio la victoria al asturiano. Entró en su siguiente paso por meta y en Ferrari obraron el milagro. ¡3,0 segundos! para quitar y poner las cuatro ruedas. Ahí estaba la victoria.
La entrada de Alonso al pit lane fue antológica. Frenazo justo antes de la línea, visita a los muchachos, primera marcha y de vuelta a la pista. Al fondo aparecía Button, que llegaba a 330 por hora. La escena se pareció a la de la salida. Duelo mano a mano en la chicane. Alonso que domina como puede el latigazo del F10 y el inglés queda pegado a la trasera del coche rojo.
Aguantó Alonso un par de vueltas el empuje de Button, lo justo para ganar temperatura en las ruedas y marcar distancias. Hasta el final, un último susto al doblar a De la Rosa, que no le vio llegar y le cerró la puerta. El Ferrari evitó problemas y atajó la chicane. Button ya estaba a 3 segundos y no había nada que temer; nadie podía poner freno a la fiesta de Ferrari.