Los miércoles son días flojos en la Fórmula 1. Un puñado de periodistas estrenan la sala de prensa al tiempo que el personal repasa el código de colores de las acreditaciones. «El rojo es el permanente, vale para todo el año», explica el instructor al muchacho que acomoda a LA NUEVA ESPAÑA en su pupitre. El escenario del teatro del motor se remata a martillazos. Todavía hay tiempo para rematar el torno a medio instalar en la entrada al paddock. Solo tres pilotos asoman por la pista y nada más que uno está en el listado de opositores al título. Es Fernando Alonso. Llega poco después de las tres de la tarde. Viene de comer en el italiano de su hotel. Breve reunión con Andrea Stella y paseo en bici por el circuito con su ingeniero, bajo la vigilancia de Edo Bendinelli, fisioterapeuta con vocación de ángel de la guarda. Otro es Jaime Alguersuari, que lo revisa corriendo. Le pega un buen repaso a su preparador físico, casi un minuto en los 5,8 kilómetros de la vuelta. El tercero, Kobayashi, echaba un cable a su padre, que llegó a Sauber cargado con bandejas de sushi de su restaurante. «Si no llego a piloto ahí habría estado, cocinando con él», explicó en alguna ocasión el japonés.
El Mundial llega a una pista muy exigente, incluso peligrosa. Las motos ya no corren aquí, ligadas ahora a Motegi cuando pasan por Japón. La muerte de Kato en 2003 dio la puntilla a Suzuka, en el punto de mira por su escasa seguridad. Al piloto se le quedó enganchado el acelerador y se empotró contra una de las protecciones. Los muros están tan cerca del asfalto que cada caída de moto se acercaba a una lotería a vida o muerte.
No se escuchan estas quejas desde la Fórmula 1. Al contrario. «Suzuka es un circuito de verdaderos pilotos», dice Lewis Hamilton. Se refiere a que es uno los más técnicos del año, escenario mítico. Aquí dejaron Senna y Prost bonitas estampas de sus luchas sin piedad. Y Alonso, en 2005 y con el título ganado, dibujó una adelantamiento antológico a Schumacher en la rapidísima curva 130 R. Button dice que es su «pista favorita» y al asturiano algún buen recuerdo le debe producir cuando se inspiró en sus famosas «eses» para una de las secciones del circuito de karting que llevará su nombre en La Morgal. Entretanto Alonso dice que «el F10 ha demostrado ser competitivo en circuitos muy diferentes como los de Monza y Singapur, así que no hay motivos aparentes para que no lo siga siendo en Suzuka. Pero no será hasta las dos primeras sesiones libres, cuando sabremos realmente dónde estamos».
Oscurece pronto en esta época en Japón. Noche cerrada a las seis de la tarde, y las persianas bajadas en casi todos los garajes, salvo en Red Bull. Trabajan a fondo para mantener arriba a Webber, más acechado que nunca. Alonso es la amenaza, que ayer le enseñaba provocador a Edo las raquetas de ping pong que llevaba en la mochila para el reto de la tarde.