Un avión, otro avión, un vuelo más, un autobús, cuarto aeroplano y un taxi. El destino era Yeongam, al sur de Corea del Sur. La tropa de la Fórmula 1 empieza a manifestarse en el angosto pasillo de entrada que pretende ser el hall de un hotel. En realidad, motel, Adán y Eva para más señas, uno de los hogares que la agencia de viajes de Bernie Ecclestone encontró para los miles de actores de su teatro ambulante. Eso es en Mokpo, a tiro de piedra del circuito y la ciudad más cercana, porque junto al lago Yeongam, solo está la pista, o lo que pretende ser un escenario de carreras, rematado a brocha y martillo para salir del paso este fin de semana
Luces de neón como si no costaran y autopistas desiertas a las nueve la noche en una ciudad que hasta fue escenario de una película. Situaban en Mokpo el germen del crimen organizado de Corea. No le hace justicia a una villa portuaria, de aspecto adormilado y 260.000 moradores.
Bernie Ecclestone se ha llevado la Fórmula 1 al fin del mundo. Corea del Sur ya tuvo Juegos Olímpicos y Mundial. Tirando de memoria, la zona no provoca sonrisas en el deporte español. En Gwanju, 50 kilómetros al norte del circuito, 1,5 millones de habitantes y la mayor urbe del sur de Corea, a España la echaron a empujones del Mundial de 2002. Joaquín falló el penalti decisivo contra el anfitrión pero nunca se debió llegar hasta allí. Lo consiguió el árbitro Al Ghandour. Anuló dos goles a España, el segundo a Morientes, ya en la prórroga. Gran escándalo por el balón que centró Joaquín y que un asistente de Trinidad y Tobago, árbitro desde hacía ¡cuatro años! se empeñó en decir que había superado la línea de fondo.
Cuatrocientos kilómetros al sur de Seúl, la Corea industrial trata de adaptarse a esto de la Fórmula 1. Mokpo es el puerto elegido mientras se construye Yeongam. Curioso. El circuito será semiurbano. Será, porque hoy todavía no hay nada junto a la pista. El paisaje es posbélico. Grúas, escombros en la zona interna del circuito, un puente a medio construir que parece derruido... Mucho que limpiar todavía antes de que mañana la televisión enseñe todo esto al mundo entero.
Las simulaciones futuristas dibujan para dentro de unos años un escenario muy distinto. Contra lo habitual, la ciudad crecerá después que la pista. Rascacielos, un puerto deportivo, y espectaculares vistas al mar Amarillo. Un Mónaco asiático. Entre tanto, grúas y obras a medio terminar.
Todavía ayer había tribunas sin rematar, colocaban butacas en las gradas desnudas y desenrollaban metros y metros de césped en las escapatorias. Acudió el ejército nacional para ayudar en el sprint final.
Fernando Alonso adelantó al miércoles el clásico reconocimiento de los jueves. Fue en bicicleta, con el ojo en el asfalto y los datos del simulador en la cabeza. «Es muy similar a lo que pensábamos y tiene cosas de muchas pistas. El primer sector se parece a Bahrein: largas rectas con fuertes frenadas y curvas de 180 grados. Después se parece a Turquía, en especial la curva 11, como la 8 de allí. Y el final tiene algo de última parte de Abu Dabi», explicó Fernando Alonso en su blog de la página de Ferrari.
El piloto señala la tercera curva como un lugar clave para el inicio de la carrera, más todavía que el despiadado reparto de lugares que genera la salida. «Hay dos sitios buenos para adelantar, sobre todo en la frenada de la curva 3, después de una recta de 1,2 kilómetros. Será decisiva en la primera vuelta, más que la salida».