Muy decepcionado, Fernando Alonso se rehízo tras pasar un mal trago junto a sus ingenieros para hablar de la carrera en la que había perdido un Campeonato al que miraba de frente ayer por la mañana. «Me siento muy triste. Decidimos marcar a Webber y nos salió todo al revés».
Necesitaba el asturiano una carrera tranquila –«aburrida», había pedido la víspera– para asegurarse el Campeonato. No es que la de ayer fuese una cita loca, pero el coche de seguridad del inicio comenzó a torcer sus planes. Los Mercedes de Schumacher y Rosberg se enzarzaron en la primera vuelta. «El Káiser» quedó en medio de la pista y Liuzzi se lo llevó por delante. La neutralización era inevitable y seis pilotos apostaron fuerte: Rosberg, Petrov, Di Grassi, Senna, Klien y Alguersuari se fueron al garaje. La decisión convirtió a dos de ellos (Petrov y Rosberg) en jueces de la carrera. «Hicieron algo que suele salir mal, pero les fue de maravilla», dijo después el asturiano.
Ése fue el segundo revés del día, porque ya en la salida Alonso se había despistado y cedido un puesto a Button. «Mi salida fue normal, pero cuando metí la segunda ya no estábamos a la par. Tuvimos mala suerte, porque Hamilton no lo hizo tan bien y no adelantó a Vettel, como habíamos pensado». Otro error de cálculo de la Scuderia en la noche de los desatinos.
Más tarde llegó la peor de las decisiones, que fue la de iniciar la persecución a Webber, incluso tratando de colocar a Massa entre él y Alonso. «Webber entró pronto y nos teníamos que proteger. Decidimos marcarle y queda claro que no fue un acierto. Pero teníamos que decidir si parar cuando él o seguir delante y correr el riesgo de que nos adelantase y, claro, después de la carrera todo se ve mucho mejor».
Por primera vez la coraza de Fernando Alonso se quebró después de recibir un gran golpe moral. «Lloré al encontrarme con los ingenieros porque estoy muy unido a este equipo, que tiene grandes gestos conmigo. En 2007 perdí el Campeonato con uno de los mejores coches y no encontré ningún tipo de consuelo. El cariño que recibo en Ferrari es increíble, los aprecio mucho por sus detalles».
El equipo italiano se metió un gol en propia puerta que les cuesta un Mundial de pilotos. Pero Fernando Alonso vive feliz en la escudería. Y lo dejó claro: «Gracias a la unión que tenemos hemos llegado con muchas opciones al final. Estas cosas pasan en el deporte, que te enseña a ganar, pero también a perder».
De la derrota y sus circunstancias vino un gesto de Alonso que le recriminaron los sectores críticos. En la vuelta de regreso al garaje, abroncó al ruso Petrov por su fuerte resistencia. El ovetense reconoció que el gesto se debió «a la frustración». Se le fue el Mundial pegado a la espalda del ruso, debutante esta temporada al que Renault considera sustituir por su decepcionante rendimiento. Le recriminó el asturiano su resistencia, una agresividad «que no se le ha visto en todo el año». El lamento era, en realidad, fruto de la impotencia, después de cuarenta vueltas sin poder adelantarle.
Al margen de las polémicas, Alonso envió un mensaje a sus seguidores. «Saben que no pararé de luchar y de darlo todo en la pista. Me quedan muchos años en la Fórmula 1 y estoy seguro de que la relación con Ferrari traerá muchos éxitos».
Más animado con el paso de los minutos, valoró su temporada como «interesante», sobre todo por cómo se recuperó en la segunda parte del año, vista la superioridad de Red Bull. «Hemos terminado terceros el Campeonato de constructores y después de un año lleno de altibajos me voy con cinco victorias. He superado a nombres como Lauda o Fangio. Nunca habría pensado llegar tan lejos».
Ya piensa en la próxima temporada, a la que espera llegar «más fuerte» por su mejor conocimiento del equipo. «Al llegar no conocía nada y en Bahrein ni siquiera dominaba del todo el volante. El año que viene seré más fuerte», se retó.
