«Debemos reflexionar sobre esto antes de que un día tengamos un disgusto». La frase es de un jefe de equipo al inicio de la pretemporada y se refiere a la interminable lista de tareas que se les acumulan a los pilotos sobre la mesa de su trabajo, el volante de su coche. Cuando entra a la «oficina», Fernando Alonso inicia el ritual de la conducción. Una hora y media de carrera o más de cien vueltas si es un entrenamiento como el de ayer. Al conductor mortal, al que se hace un lío con la radio y el aire acondicionado mientras escapa del atasco, le sonará a ciencia ficción la retahíla de ajustes necesarios mientras lleva un coche a 300 por hora en un circuito. Este año se lo han complicado más con el uso del alerón trasero móvil y la vuelta del KERS.
Al volante del Ferrari F150 se le cuentan una veintena de botones y ruletas a los que atender. El piloto regula la calidad de la mezcla de la gasolina; el mapa motor, para dosificar la entrega de potencia; el reparto de frenada entre los ejes; ajusta el diferencial según requiere la tracción... y conduce entre dos decenas largas de rivales. Habla por la radio, bebe por una pajita, limita la velocidad al entrar al pit lane. Y_lo hace con su cabeza a poco más de un metro del suelo, intuyendo por dónde transcurre la pista y emboscado en una batalla tras otra luchando por la mejor posición.
Se complica la vida esta temporada porque la FIA_ha decidido entretener a los pilotos con dos nuevas labores. Deben atender al botón del KERS para activar el sistema cuando necesiten la potencia extra que sale de la energía cinética acumulada en las frenadas.
Y está el sistema para accionar el alerón trasero móvil. Cuando el piloto reciba el visto bueno mediante una señal luminosa, cómo no, en el volante, el alerón quedará anulado y podrá intentar el adelantamiento, que es el objetivo para el que se ha creado el invento. Alonso asegura que no se siente nada cuando se activa, ya que «no es como un turbo». Pero a Aldo Costa, director técnico de Ferrari, le parece una temeridad que se exija tanto trabajo añadido al estrés del pilotaje a velocidades extremas. Sobre el alerón móvil, que funciona con un sistema hidráulico, dice Nico Rosberg que su único temor es no saber «si regresa a su posición normal después de haberlo usado».
Lo repite Alonso una y otra vez, que los entrenamientos no son más que eso, días para hacer pruebas sin mirar al cronómetro. Pero dejar el circuito con el mejor tiempo del día no deja de ser una satisfacción. Había asustado Red Bull el primer día con las siete décimas que le colocó Vettel al asturiano. Pero ayer el Ferrari anduvo como una bala y acabó al frente de los registros.
El asturiano encendió la mecha de la rivalidad y confirmó que, a falta de que McLaren enseñe su nuevo coche, las dos escuderías que pelearon por el título hasta el final en 2010 siguen siendo las más fuertes.
El ovetense se despidió del trazado valenciano ovacionado por los miles de aficionados que poblaban las gradas y a los que dio una pequeña alegría. Fernando Alonso rebajó en 1,2 segundos su mejor vuelta a Cheste con el F150 y, lo que es mejor, su nuevo monoplaza volvió a demostrar una gran fiabilidad.
Fue el segundo piloto que más vueltas completó a la pista valenciana, con 108 giros en los que el cavallino no mostró síntomas de fatiga.
El único pero es el desigual rendimiento de los nuevos neumáticos Pirelli, del que se quejó Alonso, pero es un problema que comparten todos los pilotos. En cambio, el RB7 de Sebastian Vettel marcó muy pronto su mejor registro –a tres décimas del asturiano–, pero estuvo muchísimo tiempo parado en boxes. Cierto es que tenía que tomar el relevo Mark Webber, pero el cambio costó más de lo previsto, por lo que se intuye algún problema en el coche de la escudería austriaca.
Alonso cede hoy el volante de su F150 a Felipe Massa, que tratará de corroborar el buen rendimiento del coche en manos del asturiano. En pista tendrá la oportunidad de medirse al Red Bull de Webber, después de que el australiano apenas pudiera completar ayer 17 vueltas. Vettel, por la mañana, hizo 43 hasta que se metió en los garajes.
Di Resta, con el Force India de 2010, fue el autor del tercer mejor tiempo, por delante de otro coche del año pasado, el McLaren de Lewis Hamilton. Mostró buen rendimiento el nuevo Lotus Renault R31, que en manos de Kubica fue cuarto. La sorpresa de la jornada la protagonizó el indio Narain Karthikeyan, que con el Hispania de 2010 se situó en una increíble sexta plaza, por delante de Rosberg y su flamante Mercedes. Por su parte, el español Jaime Alguersuari se desquitó de los problemas del primer día en su nuevo Toro Rosso y pudo completar 64 vueltas, pero lejos de los tiempos de referencia. Su coche por la tarde volvió a mostrarse frágil en manos de Sebastian Buemi. Mercedes –otra vez–, Force India y Williams también tuvieron problemas.