Por el esfuerzo, por la decisión de lanzarse a adelantar al australiano Mark Webber en la pista y por su buen ritmo, Fernando Alonso merecía algo más que el tercer puesto que tenía en la vuelta 42 del GP de Europa. En ese momento, el australiano Webber se fue a por su último juego de neumáticos. Y el asturiano rompió entonces la baraja. Había calcado los dos movimientos anteriores del australiano, cuando iban renovando al unísono los neumáticos blandos. Pero el guión cambiaba en la tercera representación.
En el muro rosso decidieron retrasar el último relevo, aprovechando que Webber sufría recién salido del garaje atrapado en una zona con mucho tráfico de pilotos doblados. Se había dejado además un par de décimas al patinarle el coche al enfilar el carril de los talleres. Y como Fernando Alonso todavía tenía los neumáticos blandos en un estado más que aceptable, decidieron aprovechar que con ellos se va más rápido que con los intermedios sin temperatura, como le pasaba al australiano.
La jugada salió redonda y, de vuelta a la pista, el Ferrari de Alonso estaba delante del Red Bull de Webber. Habían ganado un segundo puesto con la maniobra.