En el bar C02 del hotel Longemont, butacones de cuero y cava de puros en el corazón de Shanghai, el camarero mira distraído el Tottenham-Portsmouth de la Copa inglesa. No quiere saber nada de coches, le suena que algo hay estos días por allí pero no lo tiene muy claro. Habla del Barça y recita con acento mandarín. «Messi…, Xavi.., Ibra…, Iniestaaaa, very goooood». No quiere saber nada de Cristiano Ronaldo, y el mejor de los blancos le parece Kaká. «Está enfermo (lesionado), pero es bueno». La Fórmula 1 ni le va ni le viene. Como a la mujer del mostrador de información del majestuoso aeropuerto de Pudong, a un paso en coche de Shanghai. Ni Ferrari, ni Alonso, ni Schumacher. «Lo siento», dice, cuando se le pregunta cómo llegar al circuito. Entre 20 millones de habitantes, unos cuantos más con el alto número de ilegales, el negocio de Bernie Ecclestone se diluye. Y eso que la pista de Shan_ghai es la mejor instalación de todo el Mundial, la más moderna y futurista. El alemán Herman Tilke, su arquitecto de cámara, colocó una gran recta, casi un kilómetro en la parte de atrás de la pista, que ahora le viene como anillo al dedo a McLaren.
El equipo de Woking es el amo del conducto F, esa especie de alerón humano que el piloto activa liberando con su rodilla un conducto de aire que va directamente hacia la parte trasera y provoca una pérdida de carga aerodinámica clave para lograr una velocidad punta brutal. En la zona de curvas no tiene más que taparlo para conseguir el agarre necesario. «Deberemos tener cuidado con ellos», dice Felipe Massa. «Tienen una velocidad altísima y si nos encontramos en la recta habrá que pelear duro para defender la posición», advierte el piloto de Ferrari.
Con el conducto F funcionando a todo trapo, todos miran temerosos a McLaren. Entre las curvas 13 y 14 hay un tramo recto eterno, ideal para superar los 310 por hora y practicar unos cuantos adelantamientos. Lo sabe bien Hamilton. «Aquí es posible adelantar, sobre todo al final de la recta larga. Creo que disfrutaremos de un fin de semana competitivo».
McLaren es el equipo que más trabajado tiene el «alerón humano». Pero no sólo ellos lo llevarán este fin de semana. Sauber, inestimable la colaboración de De la Rosa, que fue el primero en probarlo cuando estaba con los ingleses, también lo tiene preparado. Una buena ayuda para el coche del español, pero insuficiente para sacar petróleo de un vehículo que va a menos en cada carrera. Algunos rumores señalan a Williams listo para instalarlo este fin de semana.
En Ferrari andan a vueltas con el invento, pero no se acaban de decidir. «Por supuesto que lo estamos estudiando, pero no lo pondremos hasta que sepamos al cien por ciento que nos da una buena ventaja», dice el jefe del equipo, Stefano Domenicali. Quizá sea ya en Barcelona.
El trabajo en Maranello no se detiene y este fin de semana tienen pensado estrenar alguna pequeña sorpresa aerodinámica. Los que se han bajado del invento son los chicos de Renault. Se esperaba una casa del rombo muy a la baja y de momento son la sorpresa de la temporada. Están a la par que Mercedes y Kubica ya fue segundo en Australia, y en Malasia se quedó a un paso del podio. A ellos se les atribuye otro de los inventos del año, a menor escala, pero buena idea al fin y al cabo.
El Renault lleva un fondo plano de doble estructura. El concepto es similar al del conducto F de McLaren, pero en este caso actúa directamente con el difusor y le da al coche el doble de carga aerodinámica. Por eso en el equipo francés ya han dicho que no se andarán con otros experimentos. Están contentos con el suyo.
Terremoto. La tarde fue ayer trágica en China. El recuento de víctimas por el terremoto en la provincia de Quinghai iba por 400 cerca ya de la medianoche, sólo cuatro horas después de la sacudida.
El seísmo, de 7,1 grados según algunas mediciones (6,9 registraron otras), se produjo a 2.500 kilómetros de Shanghai, donde pernoctaba ya ayer el grueso de los integrantes de los diferentes equipos de la Fórmula 1.