Iba lanzado en la larguísima recta posterior del circuito de Shanghai, camino de una curva de órdago, el punto señalado para adelantar en Shanghai, cuando la fatalidad se dio un paseo por su monoplaza. De pronto, el Toro Rosso de Sebastian Buemi perdió las dos ruedas delanteras, que salieron disparadas por los aires. El coche del suizo golpeó contra la protección, se arrastró por la pista y terminó destrozado en la escapatoria. Silencio entre los que seguían la sesión, con el corazón en un puño por la salud del piloto, aunque pronto dio el visto bueno. Nadie se explicaba qué había pasado y de inmediato llamaron a Jaime Alguersuari al garaje para evitar un disgusto con el otro coche.
Resulta que un fallo en uno de los brazos de la suspensión delantera derecha lanzó el neumático por los aires. La zona izquierda no soportó la presión y se partió literalmente. El sistema era de nuevo diseño, así que regresan al viejo para hoy. «Creo que ha sido por un error al manipular los materiales pero eso solo se puede asegurar en la fábrica», explica el jefe de equipo, Franz Tost, ya con el monoplaza camino de Faenza para el análisis.
Buemi, perfecto de salud, lamentaba el día de trabajo perdido. «No hay mucho que decir. Frené y las ruedas salieron disparadas. Estoy bien pero muy disgustado por no haber podido hacer nada en todo el día», dijo.
En el otro box, el español Jaime Alguersuari tenía sensaciones agridulces. Estaba feliz porque había terminado octavo la segunda sesión libre, su mejor resultado desde que está en la Fórmula 1, pero andaba preocupado por el accidente. «Me pudo tocar a mí y me alegro de que Buemi esté bien. Al margen de eso, estoy muy feliz e ilusionadísimo para este fin de semana. Es otro circuito nuevo para mí, muy duro y técnico», añadió.