Si lo único que cuenta es el resultado, el Gran Premio de Gran Bretaña disputado ayer en el circuito de Silverstone no ofreció novedad alguna: victoria de Lewis Hamilton por delante de su compañero en Mercedes Nico Rosberg, y tercera plaza para el Ferrari de Sebastian Vettel. Es decir, los tres primeros del campeonato en las tres primeras posiciones. Y en el mismo orden. Pero afortunadamente, y para romper el tedio que amenaza el futuro del "Circus", la carrera de ayer fue muy distinta a todas las vistas esta temporada, Y ello hay que agradecérselo en primer lugar a Felipe Massa y Valtteri Bottas con sus Williams, extraordinarios en sus arrancadas, y posteriormente a la lluvia, que exigió a los pilotos algo más que pisar el acelerador a fondo. Hubo que tirar de estretegia y ahí cimentaron Hamilton, Rosberg y Vettel su podio y ahí lo enterraron los Williams.
Hamilton y Rosberg estaban en la primera línea de la salida, pero ambos se veían superados al apagarse el semáforo por un Massa sublime que pasaba como una flecha entre las flechas de plata. Incluso Bottas, que salía cuarto, estuvo por momentos por delante de Hamilton, aunque al finlandés le faltaron redaños para aguantar el pulso que le propuso el británico rueda contra rueda en un par de curvas.
El incidente en la primera curva entre los Lotus y los McLaren provocó las retiradas de Grosjean, Maldonado y Button y la salida del coche de seguridad, que se retiraba en la cuarta vuelta dando ocasión a una nueva y espectacular puesta en escena de los Williams. Massa no sólo aguantó el impetuoso asalto de Hamilton sino que propiciaba el error del británico, que se veía así superado por Bottas.
Silverstone no es precisamente un circuito abierto a los adelantamientos y los Williams, alimentados por el propulsor Mercedes, defendieron con firmeza sus posiciones. Incapaz de superarlos en la pista, Mercedes se la jugó a hacerlo en los garajes. Llamó el primero a Hamilton para cambiar neumáticos (vuelta 20 de las 58 de carrera) y cuando los cuatro de cabeza completaban la operación el británico ya estaba por delante de los Williams. 1-0 para los alemanes.
Y en esto (vuelta 38) llegó la lluvia para acelerar las pulsaciones. Desde el GP de Japón del pasado año no se corría con la pista mojada y en el garaje de Williams pagaron los nervios. Llamaron demasiado pronto a Massa y Bottas a colocar los intermedios pero las nubes no acabaron de descargar. Y Rosberg se los merendó en la pista. 2-0 para los Mercedes, que lideraban la carrera.
Cuando la lluvia subió de intensidad fue cuando llamaron a los chicos de las flechas de plata para cambiar los neumáticos, como hacían desde el box de Ferrari con Vettel tras haberse equivocado anteriormente precipitando el cambio de Raikkonen. Y la maniobra le valía al tetracampeón para terminar de apartar a los Williams de un podio que merecieron por sus extraordinarias arrancadas, tanto en parado como tras el coche de seguridad, pero que arruinaron por culpa de una estretegia mal escogida.
Ganaron los de siempre, pero la carrera fue diferente. Tanto que hasta Fernando Alonso sumaba un punto para seguir creyendo en el proyecto McLaren-Honda.