Otra vez Red Bull en la pole, nada noticiable verles al frente de la parrilla. Sí lo es la creciente guerra interna y la certeza de que el equipo ha tomado partido. Vettel y Webber se estrellaron en Turquía y se abrió la caja de los truenos. En el reparto de culpas nadie cogió su parte. El australiano se dio un golpe espeluznante en Valencia, de esos que en la vieja F1 acababan en tragedia. Verle ayer segundo en la pelea por la pole enseña cuánto ha evolucionado la competición. Su coche quedó para el desguace y le dieron el chasis viejo, el que Vettel había desechado. Primer revés porque esperaba uno nuevo. Venían los dos a Silverstone con alerones delanteros de estreno, sólo dos disponibles por aquello de las prisas. A Vettel se le rompe en la sesión libre de ayer por la mañana, pero el varapalo se lo lleva Webber. No da crédito cuando le dicen que será el alemán el que tenga el bueno para la lucha por la pole. «No es necesariamente mejor, pero permite encarar la pista de otra manera». La explicación del jefe de equipo, Christian Horner, despeja las dudas. No es ni mucho menos habitual que le retiren la pieza nueva a un piloto para dársela al otro. De ahí la cara más que larga de Webber en la rueda de prensa. Fue segundo, sólo dos décimas de retraso, pero le quedó claro quién es el favorito. Junto a ellos, Alonso miraba para otro lado en la mesa mientras se cruzaban las preguntas capciosas y el australiano contestaba con monosílabos.
El asturiano colocó tercero al Ferrari en otro ejercicio de fe. Aprovechó las dudas de McLaren, perdidos en su fin de semana clave, a cuenta de unas mejoras que no les han dado lo que esperaban.
Detrás de Alonso estará Hamilton y luego vienen Rosberg y Kubica. Pudo colocar el Ferrari al frente del grupo de perseguidores porque pensar en meterle mano a Red Bull un sábado es perder el tiempo. Ayer le colocaron siete décimas al F10. «Soy optimista y estoy contento con esta posición. Un podio será bienvenido pero tenemos que seguir mejorando si queremos el Mundial. Todavía nos falta un saltito», explicó Alonso desde el estrado donde se colocan los tres primeros del día.
Desde el inicio se vio que el reparto de la parrilla volvía a tener dos porciones. La grande para Red Bull y las sobras para los demás. Alonso luchó por quedarse lo mejor de lo menos apetecible. Y lo consiguió. Podrá salir por la parte limpia, al acecho de lo que suceda entre los guerrilleros de Red Bull.
¿Habrá un segundo capítulo de su batalla turca? Responde Webber: «Ya veremos, supongo que el equipo estará contento con el resultado de hoy». No le hizo gracia la respuesta a Vettel, que tampoco se libró de preguntas sobre su presunto favoritismo dentro del equipo por el tema de los alerones. «Debes ser muy listo si sabes cuál es mejor y más rápido cuando nosotros no lo sabemos. Las cosas no son blancas o negras, somos pilotos diferentes. La clasificación estuvo muy igualada y tuve la suerte de poder seguir con el mismo alerón que por la mañana. Pero este tipo de cuestiones es difícil juzgarlas desde afuera», se sinceró Vettel.
La solución a este capítulo queda para hoy, con Alonso contento porque el Ferrari tiene buen pulso en una pista complicada y porque el ritmo de carrera del F10 reduce la diferencia a una vuelta con los Red Bull. «Estoy tranquilo. El coche está bien y llegarán circuitos más favorables. Quiero ganar el campeonato en noviembre, no ahora».
Fernando Alonso hace un gesto positivo con el dedo mientras pasa por delante del alemán Vettel, autor de la pole.
La final de fútbol, en casa de Ferrari. felipe trueba / efe
Silverstone, Á. FAES
No está Italia en la final de Sudáfrica, pero Ferrari no le da la espalda al Mundial. La cita es en su pabellón rojo, el que los domingos es embalado en cuestión de horas y directo al camión camino de la siguiente parada. Habrá trabajo nocturno esta vez. Manda el partido de Johannesburgo, el día más grande de la historia de España en el fútbol.
Fernando Alonso tiene silla reservada. Es campeón en salir pitando de los circuitos y llegar a Suiza en tiempo récord. Esta vez había demasiado riesgo y la hoja de ruta dice que dormirá en Londres. La final, en el pabellón de Ferrari, con vuvuzela incluida, la que descansa en el despacho del jefe de prensa de la escudería. El piloto asturiano está volcado con la selección. Ayer veía más claro lo de los chicos de Del Bosque que su victoria en Silverstone. «Se han merecido llegar a la final. Es una ocasión histórica que espero puedan aprovechar, no vaya a ser que tengamos que esperar otros cuarenta o cincuenta año para llegar de nuevo. Han jugado muy bien y sólo les falta el último escalón, espero que nos puedan hacer felices a todos», dijo Alonso, que estuvo en Viena en la final de la Eurocopa de 2008. Inolvidable su imagen celebrando desatado el gol de Torres a Alemania.
En Silverstone, España llegó incluso a la pista gracias a los coches de Hispania. En el alerón trasero de sus monoplazas, sobre el rojo y gualda de la bandera, destaca el «¡Vamos España!» que encargó José Ramón Carabante, el dueño del equipo.