A Hamilton le arruinó su carrera la caja de cambios. Lo notó en la vuelta 24.ª y no tuvo más remedio que aparcar en la cuneta. Primer abandono y segundo cero del año. Cielo abierto para sus rivales. El líder de la general, decapitado. Menos Webber, todos los de cabeza aprovecharon el parón para el relevo de neumáticos. Vettel entró por los pelos: saltó sobre el piano que divide el carril. Luego, en la caravana tras el Mercedes, el alemán cometió una ilegalidad que le costó el triunfo. Despistado, dejó irse a Webber tras el Mercedes plateado. Pero calculó mal y superó los 50 metros permitidos. Luego diría que no le había funcionado la radio y que pensaba que aún quedaba otro giro en caravana. Investigación al canto y castigado a pasar por la calle de los garajes a ritmo de procesión. Miel sobre hojuelas para Alonso, promocionado directamente de la tercera a la segunda plaza. El asturiano entraba en efervescencia, tenía en su mano un tesoro impensable para un Ferrari demasiado lento. Cuando Vettel cumplió la pena, a la carrera le quedaba un mundo. Webber abría hueco por delante y Alonso todavía tenía seis segundos de colchón con el otro Red Bull. Cuarto venía Massa, solo, una isla entre Vettel y Barrichello.
El alemán se convirtió pronto en la mochila de Alonso. Estaba pegado, le acosaba, pero no tenía por dónde pasar. El adelantamiento es una suerte casi imposible en esta pista y el Ferrari número ocho tapaba una y otra vez el único hueco. Tenía que garantizar una buena entrada a la última curva para ganar velocidad en la recta y llegar fuera de peligro al lugar crítico. Cumplió hasta en 38 ocasiones. Vettel se desesperaba con un coche muy superior. Su mejor vuelta fue ¡8 décimas! más rápida que la del ovetense. Pero ni así pudo con él. Con la presión, Fernando Alonso funcionó como un reloj y consiguió alguna de sus vueltas más rápidas.
El final de carrera del español fue de escándalo. Sus dos mejores giros del día fueron en la 55.ª y en la 61.ª, un epílogo glorioso antes de las tres semanas de vacaciones. Vettel naufragó en un mar de doblados y entregó la cuchara. Bajo la bandera a cuadros Alonso cruzó segundo y recogió un premio suculento tras una magistral resistencia.