Tuvo mucho de paripé, porque desde que a media mañana comenzó a llover en Suzuka, estaba claro que no se podría celebrar la clasificación. Pero se montó el teatro por si el tiempo daba un vuelco espectacular y también para asegurar la parte de espectáculo que le corresponde al sábado. Transcurrió una hora y veinte minutos hasta que la FIA confirmó los nuevos horarios. "La sesión de clasificación se celebrará el domingo a las diez de la mañana". Eso quiere decir que en España será las tres de la madrugada y que cinco horas más tarde, a las ocho, los coches deberían estar listos para la carrera. Todo de golpe, igual que sucedió en esta misma pista en 2004, cuando la amenaza de un tifón que luego pasó de largo aconsejó dejarlo para el domingo.
Llovió con fuerza y durante muchas horas, así que la pista estaba impracticable y la seguridad no podía, ni mucho menos, garantizarse. Ya por la mañana, la tercera sesión libre se fue por el desagüe. Alguersuari se animó a dar nueve vueltas, y Timo Glock completó seis. Los demás salieron para comprobar lo que se intuía con solo asomarse al garaje. No se podía pilotar. "Es imposible, no he visto nunca nada así", decía Hamilton después de transitar con calma por la pista.
En las tribunas, la entusiasta afición japonesa aguardaba con la esperanza de que la función finalmente saliese adelante. Tuvieron que conformarse con las centelleantes sirenas del coche de seguridad, lo único con motor que se vio en marcha.
Confirmado el aplazamiento, muchos pilotos se salieron al pit lane para saludar a los aficionados y, a su manera, compensarles por la larga e infructuosa espera. No pudieron poner de su parte en el espectáculo.
Finalmente, la sesión de clasificación quedó fijada para el domingo por la mañana (10 horas) que serán las tres de la madrugada en España. Cinco horas más tarde, a las ocho de la mañana en la península, tal y como estaba previsto, se celebrará la carrera.