Todo está bien para Zito, paulista de cuna y conductor ocasional camino del circuito Interlagos. «No hay problema, amigo, está en buena compañía». Asustan las historias de la gente de las carreras en São Paulo. La fauna de la fórmula 1 tiende a exagerar, a elevar a catástrofe la anécdota, pero al periodista español que se vio encañonado en un semáforo hace un año cualquier precaución ya le parece poca. Igual que a la encargada de prensa de Toyota en 2008. Llegó al hotel sana y salva, pero su luna trasera era un colador de agujeros de bala. Abunda la pobreza entre 16 millones de habitantes. También la riqueza. Ni rastro de cacos en el distrito de Jardins, coquetas calles empinadas, restaurantes románticos y carísimos y muchas tiendas de flores. Una hora de tráfico infernal hasta el circuito, donde recibe lo que queda de lo que fue una favela peligrosa. Ahora encontramos casas bajas de gente humilde que estos días vende en los semáforos _gorras falsas de Ferrari.
La pista nació por casualidad, cuando los terrenos quedaron desechados para la construcción de viviendas. Del proyecto alternativo salió un circuito de carreras para un país apasionado por la velocidad, con diecisiete instalaciones de primera categoría. Sirvieron las lagunas que abastecen a la ciudad para bautizarlo como Interlagos y empezar a escribir la historia del automovilismo brasileño.
Ayudó mucho a ello Ayrton Senna. Su tumba en el cementerio de Morumbí rebosa flores todo el año. Mucho más este fin de semana, tomada como lugar de peregrinaje y reflexión. Anoche se estrenó la película de su vida. En primera fila estaba Bruno Senna, sobrino del mito y actual piloto de la escudería Hispania.
El asturiano Fernando Alonso no ha tenido aún ocasión de verla. Lo hará, pero primero debe solucionar el reto que le propone el Campeonato. En Ferrari hay un compromiso especial con el ovetense. Desean el título con tanta ansia como el piloto. Toca cerrar filas en torno a su estrella, un último esfuerzo para darle el coche campeón, pero al F10 no hay ya de dónde sacarle una décima de mejora. Lo han afilado al límite, sabiendo que el los Red Bull de Vettel y Webber tienen poco menos que alas. Ahora han variado en Ferrari la configuración del conducto F, que expulsará aire hacia el plano horizontal del alerón trasero.
No será el mejor monoplaza de la parrilla, pero Ferrari le ha sacado hasta la última gota, la última milésima. El equipo de trabajo «rosso» es el más valorado del paddock. Si le añaden a Fernando Alonso, el cóctel es imbatible.
El piloto llega con el colmillo afilado, apenas ve lo que pasa a su lado, sólo mira al frente, con la pista grabada en la cabeza. Una curva, otra, otra, la S de Senna… Todo medido al límite para no fallar. Ayer hizo un minucioso recorrido a pie por el circuito, pisando los pianos antes de que los pisen las gomas de su F10, analizando cada curva y, de manera especial, esa recta de salida cuesta arriba y esa terrible primera curva. Hay que estar delante en la parrilla para evitar problemas.
La entrega de la escudería con su piloto no puede ser mayor. Es la hora de la verdad y hasta han conseguido que, por fin, Felipe Massa se adhiera a la causa. Le dieron cariño al brasileño, le dijeron que en 2011 los dos partirán de cero, pase lo que pase en este Campeonato. Y terminó por ablandarse, aunque se molestó por la insistencia de las preguntas. «Ya lo hice antes, ¿no te acuerdas de 2007? Depende de mí y soy un profesional», contestó cuando le sugirieron un escenario con los dos Ferrari al frente, líder el brasileño y unas pocas vueltas para el final.
Y es que Massa aquel año facilitó el adelantamiento a Kimi _Raikkonen y el Mundial que peleaban Alonso y Hamilton se fue para Finlandia.
Estuvo más simpático en la televisión el piloto brasileño. En un programa de humor le preguntaron qué tenía Alonso que a él le faltara. Y se le ocurrió una broma mala: «Más piojos que yo». Mientras Massa tira de chistes con poco gusto, el español hace labor de equipo. «Hay mucha envidia por la unión que tenemos, incluida mi relación con Felipe», dijo en una entrevista reciente.
Brasil ha coronado a los últimos cinco campeones. Si cumple la tradición, el título será para el asturiano. Tiene que ganar y que Webber no suba más del quinto puesto. Si no vence, las combinaciones son más complicadas e implican también a Hamilton y Vettel.
En la acera de Red Bull no dan señales de vida. Ni un gesto de apoyo a Mark Webber, su hombre mejor situado. Los triunfos en Brasil y Abu Dhabi le harían campeón, pero Christian Horner, su jefe, insiste en que no tienen un líder. «Lo que pase será decisión de los pilotos en cada momento», dice. Viste de ecuanimidad el escaso favoritismo que tienen por el australiano, porque el chico de la casa es el alemán Sebastian Vettel.
Perdidos en esas peleas domésticas se les puede escapar el Campeonato. «Es increíble. Con el coche que tenían debían haber cerrado el título en Spa, pero ahí andan, aún dudando», dice un ingeniero español en el paddock.
La sensación general en los garajes es que los de Red Bull están dejando pasar una ocasión irrepetible. Ferrari ya le ha hincado el diente a la presa y el trabajo de los rivales es ahora doble. Hagan juego. Hoy tendremos las dos sesiones de entrenamientos libres; mañana, la clasificación, y el domingo, el primer «match ball» para Fernando Alonso.