«Deberemos esperar una semana para saber si la mano sobrevive y no recuperará la funcionalidad del miembro en menos de un año, en el mejor de los casos». Crudo, directo y sin asegurar éxitos no garantizados. Habla así el doctor Igor Rossello, después de intervenir durante siete horas las lesiones de Robert Kubica por un accidente en un rally al norte de Italia. Ya puede_Lotus Renault ir buscando un sustituto para el Mundial de Fórmula 1 que empieza el 13 de marzo en Bahrein. El reto para el polaco será recuperar esa mano y que lo que pudo ser una desgracia mayor no signifique el final de su carrera deportiva.
El suelo mojado, prisas para llegar a la salida del rally, un bache que se interpone –dicen que pudo ser la raíz de un árbol– y el golpe, inevitable. El Skoda Fabia se estrella contra el muro de una pequeña iglesia y el piloto, inconsciente, queda atrapado y herido dentro del coche, con el guardarraíl de la vía dentro del habitáculo. Sería otro accidente grave en una prueba menor, de esos que llaman la atención de los medios locales pero que pasan en silencio para el resto del mundo.
Pero esta vez conducía Robert Kubica, el piloto de Fórmula 1 de Lotus-Renault. Después de siete horas de intervención, los médicos salvaron su mano derecha. Había llegado al hospital con múltiples fracturas, no solo en la mano, también en la pierna y en el brazo derechos. Perdió mucha sangre y el miembro corrió peligro, pero finalmente, y salvo complicaciones, salvaron un órgano clave para él. «Volverá, es fuerte», dijo Daniele Morelli, su representante, más tranquilo ya sabiendo del éxito de la cirugía.
A la modesta «Ronda di Andore», al norte de Italia, muy cerca de Génova, le había tocado la lotería con Robert Kubica. El polaco de Lotus-Renault escogió la prueba para competir con un Skoda Fabia S2000 después de que su escudería no le dejase salir al muy mediático rally de Montecarlo si no era con un coche de la casa.
Llegó el accidente y Robert Kubica bordeó la tragedia. Igual que en 2007, en el Gran Premio de Canadá, cuando salió ileso de un golpe escalofriante. Corría entonces para BMW. Estrelló el monoplaza contra el muro por dos veces y el coche se arrastró por la pista cientos de metros con el piloto a merced del amasijo de fibra de carbono.
Su copiloto, Jacob Gerber, salió ileso del accidente. «Estaba revisando las notas cuando perdió el control del coche. Se desvaneció e intentó reaccionar un par de veces pero no sabía dónde estábamos».
Los sanitarios tardaron una hora en sacar a Kubica del Skoda, que luego fue trasladado al hospital en helicóptero.
El diagnóstico de ingreso en el hospital Santa Corona de la localidad de Pietra Ligure, vecina a Génova, hablaba de «múltiples fracturas». Los médicos salvaron la mano derecha pero temían por su funcionalidad. «Han revascularizado el miembro y han reparado el hueso, pero les queda ver qué pasa con la función muscular», había explicado Daniele Morelli. «Es fuerte y se recuperará».
La familia de Kubica se desplazó tan pronto pudo hasta el hospital. A media tarde, ya de noche en el frío norte italiano, llegó a la clínica Fernando Alonso. Entre los pilotos de Fórmula 1 no prenden grandes amistades pero el polaco y el asturiano mantienen una gran relación desde hace años.