Anthony Hamilton saltó a la fama al tiempo que su hijo Lewis. En 2007, el papá más popular de la Fórmula 1 compartió foco con su vástago en McLaren y pasó a la lista de personajes más odiados en España. Fue por su participación en el hostigamiento al que sometieron a Fernando Alonso en su tormentosa temporada inglesa. Era una mina para la televisión, con sus gestos excesivos y sus puños al aire. Celebraba con saña cada estocada del prometedor Lewis al español, que pretendía hacer valer el peso de dos campeonatos del Mundo frente a la inexperiencia de un debutante, hambriento de gloria, pero debutante al fin y al cabo. Alonso se fue de McLaren, Hamilton ganó el título en 2008 y Anthony desapareció del paddock.
Ayer la realización le cazó de nuevo en un garaje de Fórmula 1. Como entonces, con la mirada fija en la pantalla de tiempos y los cascos en los oídos. El logo de Force IndiaIndia hacía que algo chirriara en la imagen. Anthony Hamilton, el papá de Lewis, vuelve a las carreras en calidad de representante de Paul di Resta, la nueva perla de la escudería.
Que su hijo fuera campeón del mundo no resultó suficiente para llevar la felicidad al clan. La difícil relación con la madre del piloto y el brutal salto a la fama de Lewis acabaron por deteriorar la relación. Tomaron rumbos distintos y apenas se dirigieron la palabra hasta mediado el año pasado, cuando suavizaron la crisis, pero no retomaron el trato profesional.
Anthony, que fue ferroviario, vendedor de ordenadores y guía en la carrera de su hijo hasta la Fórmula 1, retomó su viejo proyecto de crear una escuela de pilotos. Lewis ya no tenía tan cerca a su padre, pero sí a su novia, Nicole, cantante en grupo de moda («Pussycat Dolls»), que le ayudó a completar su ficha de ingreso en el mundo de la farándula.
Viajó Hamilton sin representante hasta que hace unas semanas anunció el compromiso con Simon Fuller, mánager de las estrellas (en su lista de clientes aparecen los Beckham, entre muchas otras celebrities), hecho a la medida de las nuevas exigencias de Lewis.
Por segunda vez, Anthony Hamilton logra llevar a un piloto a la Fórmula 1. Ayer, saludaba orgulloso a la puerta de la carpa de Force IndiaIndia. Venía en el clan del nuevo, de Paul di Resta, escocés de 25 años, ambicioso y con muchas maneras, según los expertos del paddock.
La televisión volvió a ofrecer uno de aquellos planos de Anthony: en un garaje y concentrado en la carrera. Pero esta vez no era su hijo el que se llevaba toda su atención. Sufría por el joven Paul en su primer día, igual que hacía en McLaren cuando, en sintonía con Ron Dennis, diseñaban la meteórica carrera de Lewis. A padre e hijo no se les ha visto juntos. Queda el resto del fin de semana para la foto más deseada: los Hamilton, de nuevo en buena sintonía.
En la imagen Anthony Hamilton.EFE