Orgullo español en el paddock de Malasia por uno de esos pequeños logros que los protagonistas perciben como un paso de gigante. Había no pocas bromas con el papel de Hispania en la F1. Los enviados de la prensa internacional rompieron a aplaudir en Australia cuando el coche de Liuzzi salió a dar sus primeras vueltas ya en la tercera sesión libre y con la clasificación a la vuelta de la esquina. El gesto tuvo mucho de cachondeo y poco de reconocimiento para una escudería que llegó al Mundial pelada en todos los sentidos: de tiempo y de dinero. El patrocinador por el que la familia Carabante luchó hasta el último momento nunca apareció. El acuerdo con Toyota para utilizar su infraestructura se rompió en el último momento y el equipo quedó sin gancho al que agarrarse y con el futuro muy comprometido. Aparecieron por Albert Park con lo puesto. Trabajaron en los coches toda la noche del viernes y salieron el sábado a probar fortuna. No dieron el mínimo de calidad que pide el reglamento, en ese cálculo que les exige no superar el mejor tiempo de la Q1 en más del 107 por ciento. Y se produjo la paradoja. Un equipo de carreras, sin carreras. Ayer despejaron sus fantasmas.
Liuzzi y Karthikeyan fueron los dos peores, sí, pero al italiano le sobraron dos segundos y uno al indio. El listón estaba en 1.43.516 en atención al tiempo de Massa al paso por la primera cronometrada. Y los coches hispánicos dieron sus mejores vueltas en 1.41.549 y en 1.42.574. Misión cumplida.
«Hemos dado el siguiente paso. Ahora hemos establecido una base para trabajar en el futuro», dijo Colin Kolles, el alemán de origen rumano que dirige Hispania. En sus naves germanas terminaron de ensamblarse dos monoplazas construidos con tanto ingenio e ilusión como falta de recursos. Un motor inglés (Cosworth), una caja de cambios de Williams y piezas recopiladas con acuerdos al límite aquí y allá: Italia, Inglaterra, Alemania…, todo con un mandato ineludible: ajustar al máximo para que el presupuesto del año no se vaya ni un euro más allá de los 50 millones previstos.
Por fin hoy podrán lucir en la pista el diseño de Daniel Simon, el dibujante hollywoodiense que firma la decoración del Hispania. Y ya no pasarán un domingo al sol como el de Australia. Hay trabajo y mucho para Alba, María o Nayra, las tres al frente del marketing y la comunicación. También para Toni, Ángel, José y Xavier o, lo que es lo mismo, Cuquerella (jefe de ingeniería), Baena (ingeniero de pista de Karthikeyan), Santos (responsable de electrónica) y Marcos (telemetrista de Liuzzi). Ellos son los españoles de un proyecto al que algunos acusan de tener corazón extranjero y ninguna instalación en el país. Para conseguirlo se mueve Albert Fábregas, encargado de gestionar que Hispania por fin sea de España.
Pero esa es otra historia. Lo que importa ahora es la carrera. Para ellos, la primera de la temporada.
En la imagen El italiano Vitantonio Liuzzi sale a pista a los mandos del HRT F1. srdejan suki / efe