A trescientos por hora, con el volante del Fórmula 1 entre las manos y con el coche de un rival a pocos metros, tratando de evitar por todos los medios que le superen. El piloto lo intenta, busca hueco, enseña el morro y trata de buscar la mejor trazada. Y de pronto, ¡poc! Resuena un golpecito en el casco. Luego otro, y otro más. Y sienten pellizcos en las manos. Entre curva y curva, entre toque de botones en los mandos, el vistazo a los guantes desvela que la molesta distracción son trozos de neumático. Restos de goma que vuelan desde la trasera del monoplaza de delante, catapultadas a velocidad sideral. Los anglófonos las llaman «marbles» (canicas) y en español se refieren como virutas de gomas o pelotillas. Se desprenden de los neumáticos Pirelli y reposan en la pista. Al día siguiente de la carrera de Malasia, la imagen era elocuente. Un pelotón de operarios limpiaba el circuito y volvía de la recolecta con kilos de goma. Es otra consecuencia de la nueva marca de ruedas. Hasta ahora, las Bridgestone se descomponían en tiras que quedaban adheridas al asfalto. Las bolitas de este año son más peligrosas en dos sentidos: comprometen al piloto que rueda fuera de la trazada para un adelantamiento y también salen lanzadas como balas. Se estrellan en el casco y los guantes, proyectiles de un particular pelotón de fusilamiento, y dan que pensar sobre la seguridad del público en lugares como Mónaco, con las tribunas tan pegadas a los coches.
«Este año, apartarse de la trazada es un gran problema», avisa el jefe de Ferrari, Stefano Domenicali. El italiano piensa desde el aspecto de la competición, igual que Fernando Alonso. «Nos preocupan pistas estrechas como Canadá, Singapur o Mónaco. Alcanzas a un doblado, te deja pasar y te metes por dentro. Entonces coges virutas y en la siguiente curva pierdes el punto de frenada y te vas recto. Malasia era una pista ancha y podías regresar pero habrá problemas en los más estrechos».
Las maniobras de adelantamiento tienen con este factor un riesgo extra, como explicó Domenicali. «La pista está llena de fragmentos de neumáticos y el piloto intenta mantenerse en la trazada. Si se sale, se le pegan trozos a las ruedas y pierde rendimiento. Es complicado para superar rivales».