La central nuclear de Fukushima está a 1.900 kilómetros de Shanghai. Pero a la hipocondriaca Fórmula 1 le ha bastado un aviso del Ministerio de Sanidad chino para ponerse en guardia. En las últimas fechas han detectado radiación en cultivos de vegetales y legumbres de doce provincias del país, Shanghai entre ellas. Espinacas, espárragos o calabazas han dado positivo en los controles, aunque el nivel de contaminación, dicen las fuentes oficiales, es «extremadamente bajo y sin riesgos para la salud pública». Isótopos insignificantes, igual que se habían registrado en la provincia de Heilongjiam, fronteriza con Rusia. Por si acaso, precaución.
«Arroz cocinado con agua embotellada y barritas energéticas», dice Alonso que come cuando está fuera del paraguas de la cocina de Ferrari. No se vio tan preocupado a uno de los titulares de los fogones rojos, entretenido con una buena carne el miércoles en uno de los restaurantes de moda de Shanghai. Porque también recelan de la carne tras conocerse intoxicaciones en Gansu, lejos de Shanghai, por clembuterol suministrado al ganado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó de que era una práctica más o menos común en algunas explotaciones de China. Ahí el miedo viene por los controles antidopaje, nada del otro mundo en la Fórmula 1, pero que pueden dar un disgusto por un mal filete. Que se lo pregunten a Alberto Contador.
Tampoco les hace falta a las escuderías activar grandes protocolos de seguridad. Nada más que aumentar las precauciones de sus rutinas. Todos los equipos viajan con sus propios cocineros y desplazan los alimentos de un lugar a otro. El jamón de Parma no falta en el campamento de Ferrari. Ni el aceite de oliva y la buena pasta. Esta vez, a China se han traído la carne desde Australia. Más porque la experiencia les dice que es de mejor calidad que la que pueden encontrar en Shanghai, que por una cuestión de temor o precaución. Aunque no está de más protegerse. Los pilotos pasan unos cinco controles antidopaje cada uno a lo largo de la temporada. Tres coinciden con grandes premios y los otros dos tienen el factor sorpresa de la visita a casa.
Fernando Alonso, meticuloso hasta el extremo, y también algo desconfiado, va con pies de plomo. No prueba bocado fuera de los cauces habituales, de los conocidos. Este fin de semana, por ejemplo, adiós a la fruta. Y se lava los dientes con agua mineral. Lo que haga cuando el Mundial llegue a Japón –la carrera de Suzuka está programada para el 9 de octubre– es una incógnita.
En Toro Rosso, por ejemplo, ya tienen preparado un plan especial de alimentación para cuando el Mundial llegue al país nipón. Uno de sus pilotos, el español Jaime Alguersuari, recibía ayer las primeras noticias de todo esto. «¿Qué es eso de la radiación, me lo podéis explicar?», decía el catalán después de su rueda de prensa. «Es la primera vez que lo escucho. Yo aquí como de todo con normalidad, como lo hice en Australia o como lo haría en casa».